Un espacio para otro debate...

Estimado Lector: Bienvenido a Economía y Democracia.



La Revolución Informática Comunicacional ha potenciado, a través de un aluvión inacabable de imagenes y datos parciales y descontextualizados, nuestro estado de meros recipiendarios pasivos del pensamiento y la interpretación de los hechos que interesadamente realiza el Poder. Y no hablamos del Poder Institucional Político, que es la más modesta de sus partes. Hablamos del Poder real. Ése que no mora ni en casas de gobierno, ni en cámaras legislativas ni en palacios judiciales. El Poder real que puertas afuera de estos venerables edificios, controla sin embargo eficazmente todo cuanto sucede adentro y externamente.



Por ello el título economía y democracia. Para indagar los caminos de democratización de las decisiones económicas, para que el sujeto beneficiario de las mismas sean pueblo y ciudadanía.



Queremos construir en este blog uno de los tantos espacios libertarios que hoy existen. Para debatir con rigor investigativo, pensar por nosotros mismos y buscar nuestras propias interpretaciones. Ambiciosa epopeya dentro de tanta opresión que sufre hoy cualquier idea autónoma.



Gracias por visitarnos entonces en éste, nuestro espacio de libertad.





REGULACIÓN PÚBLICA Y SOBERANÍA ALIMENTARIA: LA UNIÓN EUROPEA Y LA ARGENTINA

Por Javier Ortega


Sumario

1. Introducción.

2. La Unión Europea.
2.1. La necesidad de garantir la soberanía alimentaria en la Unión Europea: La Política Agrícola Común.
2.1.1. Las Organizaciones Comunes de Mercado (OCM)
2.1.2. Política de precios, ayudas y primas de la PAC
2.1.3. Tipos de intervención específicas en el mercado
2.1.3.1. Fijación de precios
2.1.3.2. Concesión de ayudas.
2.1.3.3. Controles a la producción.
2.1.3.4. Control de importaciones.
2.1.3.5. Control de Exportaciones
2.2. Consideraciones

3. La evolución de la institucionalidad argentina en materia de regulación agropecuaria.
3.1. La Crisis del 29: Cambio de paradigma del comercio internacional
3.1.1. Sustitución de importaciones
3.1.2. Aparición de las Juntas Reguladoras.
3.1.2.1. La Junta Reguladora de Granos.
3.2. El Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI).
3.3. La Junta Nacional de Granos.
3.4. El advenimiento del neoliberalismo en los años 90: la desregulación total.
3.5. La ONCCA

4. El contexto actual impuesto por el alza de precios mundial de los alimentos. Un Estado con escasa institucionalidad reguladora.
4.1. La Argentina frente al crecimiento mundial de la demanda alimentaria: Oligopolio privado y Estado desmantelado para hacer frente a un aluvión.
4.1.1 Los Derechos de Exportación (Retenciones).
4.1.2. Los grupos privados que regulan la exportación de alimentos
4.1.3. La concentración del capital.
4.1.4. La concentración del capital y sus consecuencias para el consumo interno.

5. Algunas conclusiones.

6. Bibliografía.



Regulación pública en materia agropecuaria y soberanía alimentaria: La Unión Europea y la Argentina



1. Introducción
“La comida ha dejado de ser el producto barato de antaño. Los precios al alza de los alimentos están destinados a empeorar el nivel actual inaceptable de carencia de alimentos de 854 millones de personas”.“Estamos enfrentándonos al riesgo –advirtió- de que el número de personas que pasan hambre aumente en muchos más millones“ (Hafez Ghanem, 2008)
[1]

El dato explicitado en un mundo que produce alimentos suficientes para afrontar los requerimientos nutricionales de toda su población, vuelve a demostrar a las claras la ineficiencia del mercado para constituirse per se en asignador de recursos.
Es ostensible que en cuestiones de seguridad alimentaria, dejar librado el tópico a las fuerzas del mercado en el plano internacional implica ya no vulnerar la oportunidad de la construcción de un Desarrollo armónico. Conlleva directamente atentar contra las posibilidades de supervivencia del género humano como especie. A escala nacional o comunitaria, el abandono del Estado de su rol de regulador a través de políticas públicas activas y la institucionalidad que permita viabilizarla equivale a la renuncia de la soberanía alimentaria
[2] del Estado o comunidad que ejerza ese abandono.
En este trabajo analizamos comparativamente cuales fueron las respuestas a estos desafíos ensayados por la Unión Europea como comunidad de estados, por una parte, y por la otra la Argentina.
2. La Unión Europea.
Las dos guerras mundiales ocasionaron la ruina de los países europeos y su sustitución, en el pináculo de la hegemonía mundial, por parte de los Estados Unidos y de la Unión Soviética.
Tomando consciencia de esto y montados en su rápida recuperación económica de la posguerra, los países de la Europa occidental confluyen en la voluntad de cooperación recíproca. Los objetivos eran evitar las catástrofes de un nuevo conflicto, realizar una alianza maximizadora que les permitiera competir con las superpotencias EEUU y URSS, propendiendo a la autonomía económica y el bienestar.
Orientado a estos móviles, en el año 1951 se suscribe el Tratado de París que crea la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y que comprendía a seis países: la entonces República Federal de Alemania, Italia, Bélgica, los Países Bajos, Luxemburgo y Francia.
En 1957, los Estados signatarios del Tratado de París firmaron los Tratados de Roma, por los que se constituyeron dos nuevas Comunidades: la Comunidad Económica Europea (CEE) para el establecimiento de una unión aduanera que garantizase la libre circulación de mercaderías, personas, servicios y capitales, y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM), con el fin de desarrollar la energía nuclear.
Los tres instrumentos enunciados (CECA, CEE y EURATOM), reformados en Luxemburgo y la Haya en 1986, y en Ámsterdam en 1997 para proveer a una mayor integración e institucionalización, constituyen la base de la Unión Europea, que actualmente engloba a veinticinco países europeos.
2.1. La necesidad de garantir la soberanía alimentaria en la Unión Europea: La Política Agrícola Común.
La Política Agrícola Común de la UE (PAC) es uno de los elementos esenciales del sistema institucional de la Unión Europea (UE). La PAC se crea en los años sesenta para resolver el déficit en la producción alimentaria de una Europa que no alcanza a cubrir sus propios requerimientos.
Los Tratados de Roma que establecieron la PAC, dispusieron que la UE debía:
· Incrementar la productividad
· Garantizar un nivel de vida equitativo a la población agrícola
· Estabilizar los mercados
· Garantizar la seguridad de los abastecimientos y asegurar al consumidor suministros a precios razonables.
La PAC garantiza el suministro de una amplia gama de productos alimenticios de calidad intentando que los precios sean razonables. Gracias a la PAC, la UE se convirtió en el segundo exportador de productos agrícolas a nivel mundial.
La PAC insume 50.000 millones de euros anuales a la UE, el 50% del presupuesto comunitario. Sin embargo, su gravitación en el PIB de la UE esta descendiendo (43% en 2004) y se espera que disminuya más en los próximos años (33% en 2013).
La reforma del año 2003, modificó las maneras de intervención con las que la UE apoya al sector agrícola, ya que establece que los subsidios al sector agrícola sean desvinculados de la producción (desacoplamiento). Esto significa que el subsidio que se le abona al agricultor será independiente de lo que éste produzca. Este pago estará sujeto al cumplimiento a la condicionalidad, que es la observancia de buenas prácticas agrarias y medioambientales.
Para cobrar las ayudas de la PAC, es obligatorio para el agricultor desempeñar una serie de trabajos destinados a mantener el medio ambiente, mejorar la calidad y la salubridad de los productos. De lo que tenemos que el trabajo del agricultor europeo se direcciona en algunos casos no tanto a incrementar el rinde de su producción, sino a la preservación del medioambiente, del suelo y de las características de la eco-región donde el tiene asiento.
Un elemento esencial de la PAC es la libertad de circulación de los productos agrícolas dentro de la UE y la adopción de políticas fuertemente proteccionistas que le garantizan a los agricultores europeos un nivel de ingresos suficiente, ya que lo eximen de la competencia con productos de terceros países. Con el objetivo de financiar la PAC, se creó el Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA).
2.1.1. Las Organizaciones Comunes de Mercado (OCM)
Las Organizaciones Comunes de Mercados son acuerdos específicos que regulan la producción y el comercio de productos agrarios. Desde la adopción de la PAC, las OCM han ido reemplazando a las organizaciones nacionales de mercado. Actualmente comprenden el 90% de la producción agraria de la UE. Por productos, las OCM que hoy funcionan son las siguientes:
· Arroz
· Azúcar
· Carne de ovino y de caprino
· Carne de porcino
· Carne de vacuno
· Cereales
· Floricultura
· Forrajes desecados
· Frutas y verduras
· Frutas y verduras transformadas
· Huevos y aves de corral
· Lino y cáñamo
· Lúpulo
· Materias grasas (entre ellas, aceite de oliva y oleaginosas)
· Plátanos
· Productos lácteos
· Semillas
· Tabaco
· Vino
· Otros productos agrícolas
Las OCM intervienen en el mercado a través de las siguientes políticas:
Tipos de políticas OCM
Productos afectados
Intervención y ayudas a la producción
Leche y productos lácteos (a partir de 2005), carne de vacuno, arroz, aceite de oliva, cereales, ovinos, oleaginosas, pasas.
Intervención
Azúcar, leche y productos lácteos, vino, carne de porcino, frutas y hortalizas frescas.
Ayudas a la producción
Lino y cáñamo, forrajes desecados, productos transformados a base de frutas y hortalizas, tabaco, lúpulo, semillas, caprinos, plátanos.
Protección arancelaria
Aves de corral, huevos, otras materias grasas, plantas vivas y productos de la floricultura, productos no sujetos a ninguna organización común de mercados particular.

2.1.2. Política de precios, ayudas y primas de la PAC
Las organizaciones comunes de mercados permiten, fundamentalmente, fijar un mismo precio para los productos agrarios en todos los mercados europeos, conceder ayudas a los productores o profesionales del sector, instaurar mecanismos que permitan controlar la producción y organizar los intercambios con terceros países. Se fomenta asimismo la constitución de organizaciones de productores que agrupen a los agricultores. Otras disposiciones regulan las ayudas estatales en favor de los productos considerados y las relaciones entre los Estados miembros y la Comisión Europea.
2.1.3. Tipos de intervención específicas en el mercado
2.1.3.1. Fijación de precios
A propuesta de la Comisión Europea y previa consulta al Parlamento Europeo, el Consejo de Ministros, por mayoría cualificada, o bien la Comisión Europea, fijan al comienzo de cada campaña de comercialización, tres precios distintos, a saber: el precio indicativo, el precio de umbral, y el precio de intervención de los productos.
El precio indicativo representa el precio que debería aplicarse en las transacciones. Se aproxima a los precios que los productos considerados pueden normalmente alcanzar en el mercado comunitario.
El precio de umbral es el precio mínimo al que pueden venderse los productos importados. Este precio promueve que los operadores económicos comunitarios se abastezcan en la Comunidad Europea.
El precio de intervención es el precio garantizado que, de no alcanzarse, obliga a los organismos de intervención designados por los Estados miembros a comprar las cantidades producidas y almacenarlas.
2.1.3.2. Concesión de ayudas.
Las ayudas que se conceden consisten en pagos por superficie, ayudas a la producción y compensaciones. También se concede financiación con vistas a favorecer la comercialización. También hay ayudas destinadas a alentar el abandono de determinadas producciones o la reconversión de tierras y explotaciones.
2.1.3.3. Controles a la producción.
Con el fin de limitar los excedentes y el almacenamiento de productos, se prevén cuotas (cantidades máximas que se permite producir al agricultor) y se fijan cantidades nacionales garantizadas (cantidades máximas asignadas a los Estados miembros).
2.1.3.4. Control de importaciones.
Dentro del marco de las políticas de la PAC, se puede implementar distintas exigencias administrativas que limiten la discrecionalidad de los importadores. También se ha establecido un sistema de exacción única a la entrada en la Unión Europea de numerosos productos, con objeto de evitar que los precios de las importaciones sean inferiores a los comunitarios. Algunos productos están sujetos a los gravámenes fijados por el arancel aduanero común, en tanto que otros están exentos. Existen asimismo sistemas mixtos.
Pueden adoptarse medidas de salvaguardia, incluida la suspensión de las importaciones, cuando éstas puedan ocasionar graves perturbaciones en el mercado comunitario.
2.1.3.5. Control de Exportaciones
La Unión Europea subvenciona sus exportaciones con el objeto de que sus precios se sitúen a niveles internacionales competitivos.
2.2. Consideraciones
Como se vio, el resguardo en la Unión Europea de su soberanía alimentaria, el mantenimiento de la población rural en el campo, la preservación del medioambiente y la biodiversidad, la calidad e inocuidad de los alimentos que produce, la competitividad de su producción y el alto estándar de consumo de sus habitantes no son producto del libre juego de las fuerzas del mercado, sino de sus políticas públicas activas. La regulación estatal es profusa, intensiva, y las herramientas institucionales con las que cuenta la Unión Europea para ejercerlas son variadas y de una organización sofisticada.
Regulación vasta y amplitud del aparato estatal que la ortodoxia liberal execra en el hemisferio sur. Vamos ahora a él para ver que sucede en la materia, particularmente en un país: La Argentina.
3. La evolución de la institucionalidad argentina en materia de regulación agropecuaria.
3.1. La Crisis del 29: Cambio de paradigma del comercio internacional
La crisis internacional del año 1929 entre sus múltiples consecuencias, también quebró el esquema del comercio mundial expansivo al que la Argentina se había integrado halagüeñamente. La inserción argentina se había producido sin diversificar su economía, con una fuerte dependencia de la demanda internacional para sus productos primarios (modelo agro-exportador del monopsonio europeo) y también una fuerte dependencia de la oferta internacional de productos manufacturados y de financiamiento.
Por otra parte los cambios del panorama internacional desfavorables a la Argentina no solo se centran en las consecuencias de la crisis, sino también en variaciones tecnológicas y socioeconómicas a nivel global. De 1870 a 1930, las dos terceras partes de las exportaciones que se transaban estaban integradas por productos primarios. Esta participación disminuye a un 46% en 1960 y a un 35% en 1970. Es que sucede que, a medida que los ingresos de la población de los países centrales crecen, se modifica la composición del gasto. Se tiende a gastar menos en alimentos y más en servicios y en productos industriales. Productos industriales que la Argentina no producía.
El avance tecnológico por otra parte determina el aumento de la productividad por cada hombre ocupado. Si esto se conjuga con una demanda de alimentos que va perdiendo fuerza, el resultado es una caída de los precios agropecuarios con el consecuente deterioro de los términos de intercambio
[3] para países exportadores de bienes primarios e importadores de manufacturas.
La disipación del dinamismo y de la rentabilidad en las exportaciones de productos primarios
[4] altera seriamente la capacidad de pagos externos, lo que es nocivo en un país como la Argentina que tenía un esquema altamente dependiente del financiamiento para solventar sus inversiones. Y también dependiente de la producción de manufacturas foráneas para abastecer una demanda interna diversificada pero sin su correlato productivo nacional de bienes industriales para satisfacerla.
El Reino Unido no solo habría de astringir sus compras a la Argentina. Ante la merma de incentivos comerciales que ofrecía el esquema primario exportador argentino
[5], el país pierde interés como destino de inversiones. Por lo que el Reino Unido constreñirá las suyas a la Argentina. De hecho, desde finales de siglo XIX y principios del XX, la Argentina había sido el primer país destino de la inversión extranjera británica, que se canalizaba a ferrocarriles, frigoríficos, puertos, servicios públicos e intermediación financiera. La dependencia, generada con el Reino Unido por ser éste a su vez el principal comprador de la producción agropecuaria argentina, daba a nuestro país el denominado carácter de “colonia no formal del Imperio Británico”, apelativo que muchos historiadores coinciden en utilizar para caracterizar esta etapa de nuestra historia.
Al igual que los demás países centrales, luego de la crisis del 29 el Reino Unido prefiere colocar sus capitales allá donde encuentra mayor seguridad por tener un control político sin intermediarios, y en donde no sea necesaria la conversión de su divisa, la libra esterlina. Luego, los países integrantes comunidad británica serán el espacio ideal para que el Reino Unido canalice sus flujos dinerarios.
Los problemas en la obtención de divisas (antes habidas sin inconvenientes por agro exportaciones dinámicas) dificultarían las posibilidades de importar bienes manufacturados para satisfacerlas necesidades de la demanda interna preexistente. Esto, enlazado con políticas proteccionistas ensayadas por el país a su vez para desalentar importaciones en la búsqueda de reestablecer el equilibrio en la balanza de pagos, hace nacer un proceso argentino de industrialización por sustitución de importaciones. La razón es que es más rentable para los actores económicos locales adquirir artículos manufacturados en el país, ya que los mismos resultan más baratos, que importarlos desde el exterior.
3.1.1. Sustitución de importaciones
En el país se registra entonces un aumento en la producción nacional de bienes manufacturados. En una primera etapa, la sustitución de importaciones se produce a través de la producción de bienes de consumo finales
[6] por parte de industrias tradicionales (textil, calzado, ropa, línea blanco, etc). Este tipo de industrias requería de inversiones, tecnología y escala[7] más modestas para ser eficientes. Ahora, cuando se completa la primera etapa sustitutiva, las sinergias e interdependencias que se producen en la constitución y crecimiento del tejido industrial nacional impulsan naturalmente a la necesidad del desarrollo de la industria de vanguardia o dinámica, la que es productora de bienes de capital[8]. Esta última es intensiva en inversiones, tecnología y requiere de escala para ser eficiente.
El financiamiento del crecimiento industrial en este período se hizo a través de transferencia de las divisas obtenidas por el sector agrícola en favor del sector Industrial.
Tenemos entonces que hasta el momento previo a la crisis del 29 las políticas librecambistas podían sustentar un crecimiento económico nacional sin necesidad de mayor regulación e intervención estatal en el complejo agro-productor y la comercialización del producido del mismo. Posterior a la crisis y cambiado el contexto internacional, una intervención más fuerte se hizo indispensable. Veamos los mecanismos por los que esta acción estatal reguladora se canalizó.
3.1.2. Aparición de las Juntas Reguladoras.
Los precios agropecuarios internacionales se vieron distorsionados por las políticas intervencionistas y proteccionistas que ensayaban los países que tenían vínculos comerciales con Argentina. A comienzos del año 30 caen los precios de los productos agropecuarios que Europa demandaba a argentina.
Precios internos e internacionales del trigo, maíz y lino (por 1.000 kg)
Años
Trigo
Maíz
Lino
$ctes.
FOB u$s*
$ctes.
FOB u$s*
$ctes.
FOB u$s*
1928
107,1
45,76
87,5
34,52
153,0
64,95
1929
93,5
39,91
79,0
31,62
202,0
70,61
1930
87,1
34,27
58,2
18,98
109,5
62,29
1931
51,3
16,97
39,6
11,67
101,4
32,17
1932
60,4
16,87
43,2
11,71
81,8
23,37
1933
50,6
23,08
38,3
16,46
99,5
43,15
1934
57,2
14,06
53,5
18,23
119,9
40,92
1935
69,0
22,58
45,3
14,56
115,6
38,74
1936
94,8
33,72
49,9
17,23
135,5
46,05
1937
129,8
40,17
65,8
21,06
148,9
50,05
* Producto de dividir el total de dólares ingresados valor FOB por la exportación del cereal por la cantidad exportada ese año.
FUENTE: Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Número Estadístico 1987.

El Estado argentino, concordante con lo que venían realizando los otros países, ve la conveniencia de regular las actividades de comercio de los productos agropecuarios. En la mayoría de los casos lo hizo a través de la creación de juntas reguladoras.
Aparecen diversas juntas reguladoras por producto agropecuario que intervienen en el mercado. Las principales a saber:
Creación de juntas y comisiones reguladoras y asesoras
Organismo
Fecha de creación
Comisión Nacional de Azúcar
11-5-28
Comisión Nacional de Fibras Textiles
14-1-31
Comisión Nacional de Fomento Industrial
15-1-31
Comisión Nacional de Patatas
8-7-31
Comisión Nacional de Extracto de Quebracho
15-7-33
Dirección Nacional de Elevadores de Granos
7-10-33
Junta Nacional de Carnes
7-10-33
Junta Nacional de Yerba Mate
8-11-33
Junta Reguladora de Granos
28-11-33
Junta Reguladora de la Industria Lechera
12-4-34
Comisión Nacional del Aceite
5-6-34
Comisión de Productos Alimenticios Nacionales
30-6-34
Junta para Promover Exportaciones de Carne
27-7-34
Comisión Nacional de la Industria Vitivinícola
11-8-34
Junta Nacional para Combatir la Desocupación
21-8-34
Junta Reguladora de Vinos
24-12-34
Comisión de Harinas
13-4-35
Comisión Nacional de Algodón
27-4-35
Comisión Nacional de Granos y Elevadores
5-10-35
Comisión de Fruticultura
12-12-35
Comisión de Préstamos de Semillas
22-2-3
Comisión de Petróleo y demás Hidrocarburos
8-5-36
Comisión Consultiva Nacional de Bosques
3-6-36
Comisión Nacional de Coordinación de Transportes
5-1-37
Comisión Nacional del Carbón Vegetal
12-6-37
Junta Consultiva de la Industria Molinera
14-5-38
Comité Asesor de Lanas
24-5-38
Comisión de Control de Abastecimiento
8-9-39
Consejo Agrario Nacional
21-8-40
FUENTE: Alejandra Bunge, Una Nueva Argentina, Ed. G. Kraft Ltda., Buenas Aires. 1940, pp. 271-273.

Las atribuciones de estas juntas, comisiones y comités reguladores de las distintas producciones agropecuarias pueden ser sintetizadas a través de la aproximación a una de las más importantes de ellas: la Junta Reguladora de Granos.
3.1.2.1. La Junta Reguladora de Granos.
La caída de los precios de los granos a partir de 1929, con las distorsiones en el mercado producidas por el dumping norteamericano, junto con entrada de la producción agrícola de la URSS y las tarifas proteccionistas impuestas en Europa propiciaron la intervención estatal específica en la materia. Ya en lo que hace al aspecto local, el país tenía problemas de infraestructura para el acopio y transporte de los cereales, conjugado con la poca disposición del sector privado para realizar inversiones en la materia. Esto se conjugó con el tipo de cambio fijo que no pudo compensar la caída de los precios internacionales.
En este contexto fueron varios los sectores que empezaron a pedir que se fijara un precio mínimo para ciertos granos. Como respuesta se crea la Junta Reguladora de Granos por el decreto 31.864 que en sus artículos 2, 3 y 4 establecía:
Art. 2°: Por conducto del Departamento de Agricultura se establecerán periódicamente los precios básicos del trigo, lino y maíz, teniendo en cuenta las cotizaciones vigentes en cada fecha y el incremento que les corresponde por el mayor valor de las letras de exportación.

Art. 3°: La Junta Reguladora de Granos comprará todo el trigo, lino o maíz que se le ofrezca a los precios básicos, y lo venderá a los exportadores, conforme a los precios del mercado internacional, con destino exclusivo a la exportación.

Art. 4°: La diferencia entre los precios de compra y de venta de dichos granos, así como los gastos de la Junta Reguladora, se cubrirán con los recursos del Fondo de Cambios constituido por el margen entre el precio de compra y de venta de las divisas disponibles y en ningún caso podrá ser mayor que ese fondo.

La intervención del Estado Nacional en los mercados agropecuarios se daba por la fijación de precios básicos y la compra bajo los mismos de la producción local que tenga por destino la exportación.
A mediados de la década del cuarenta llega al gobierno un movimiento que aglutinaba principalmente el apoyo de los trabajadores urbanos, una incipiente burguesía fabril y sectores militares nacionalistas que propendían a una creciente autonomía nacional. Esta alianza impulsaba la industrialización y el control nacional del capital como vehículo para lograr la independencia económica. La herramienta pragmática para lograr este objetivo sería que el Estado capte los excedentes de la renta agropecuaria y los destina a subsidiar a la industria y capitalizar el país. Esto se haría a través del IAPI.
En el año 1946 la Junta Reguladora de Granos, por el decreto 15.350 queda absorbida en el Instituto Argentino de Promoción de Intercambio.
3.2. El Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI).
Las concepción de la necesidad de la intervención del Estado en la economía y el auge del keynesianismo como doctrina económica se conjugaron en la Argentina con el advenimiento de un gobierno que se sustentaba en la alianza con los trabajadores urbanos a través de la elevación de sus pautas de consumo y acceso a bienes sociales. El desarrollo industrial era requisito ineludible en este contexto, lo que requería el fortalecimiento del rol del estado para intervenir la estructura productiva argentina caracterizada por su desequilibrio.
La estructura productiva desequilibrada, característica de los países latinoamericanos no siendo la Argentina excepción, se registra cuando una economía nacional tiene:
· Una alta competitividad de su sector primario, fundamentalmente motivado en sus ventajas comparativas estáticas como lo son las condiciones naturales favorables del suelo y el clima. La creatividad del hombre juega un rol secundario. Este sector no requiere protección del Estado para su insertarse en el mercado internacional con éxito.
· Coexistiendo con su sector primario eficiente, adolece a la vez de una baja competitividad de su sector secundario fabril, motivado en un insuficiente desarrollo tecnológico para originar la aparición de ventajas competitivas dinámicas, aquellas en donde la intervención de la creatividad del hombre es central. Para poder consolidarse, el sector secundario fabril precisa de fuerte protección y estímulo estatal.
El gobierno peronista utilizó diversos mecanismos para regular las relaciones económicas y promover el pleno empleo y la redistribución del ingreso. En esta inteligencia promovió el desarrollo del sector secundario fabril que es el que más puestos de trabajo genera de forma directa, e indirecta a través de los servicios a la actividad industrial.
La industrialización fue estimulada a través del crédito, medidas proteccionistas, impulso de la industria pesada básica como el acero. Se nacionalizaron las empresas de servicios públicos y el Banco Central, que pasó a controlar todas las operaciones de cambio. El gasto público se orientó a mantener un alto nivel de ocupación e incentivar la obra pública. Este estímulo a la industrialización se financió por medio de la transferencia en los excedentes de la renta generados en el sector agropecuario, en beneficio del desarrollo del sector industrial.
La regulación de la producción agrícola se operó a través de la fijación de precios para los cereales, subsidios, leyes que prorrogaron los arrendamientos rurales, sanción del Estatuto del Peón y comercialización por parte del Estado de las cosechas y su venta al exterior. La obtención de divisas, como es natural en una estructura productiva desequilibrada, dependía de la colocación en el exterior de su producción agropecuaria. La importancia que revestía el comercio de productos primarios fundamenta la creación del Instituto de Promoción del Intercambio (IAPI).
“…No parece prudente suprimir la acción de promoción del intercambio, se piensa, por el contrario, en la necesidad de coordinar esa acción en forma orgánica y práctica, de manera que asegure positivos beneficios a la economía nacional, sirviendo para respaldar, tanto a los productores agrarios cuanto a los industriales, de toda perturbación del mercado… La conquista de nuevos mercados y el afianzamiento de los ya logrados, así como la provisión regular de materias primas y equipos que aseguren el desarrollo nacional de la economía del país, justifican asimismo una acción permanente de promoción del intercambio”
[9].
Con estos dichos, el Presidente del Banco Central sugiere al ministro de hacienda la creación de un organismo autárquico nacional, que se organice para asumir estas competencias, siguiendo un criterio comercial pero persiguiendo una finalidad de bien común.
La creación del IAPI fue dispuesta por decreto 15.350 de mayo de 1946 y era parte del conjunto de medidas que Perón y su equipo de asesores habían proyectado. Por decreto 8.503 del 25 de marzo de 1946 se nacionaliza también el Banco Central de la República Argentina, el que en adelante funcionaría como entidad autárquica. A través de estas dos instituciones se intentará practicar una política económica que intentaría regular la producción total del país y el ahorro nacional.
El IAPI funcionó bajo la égida del Banco Central. El Banco Central sería el puente en las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el IAPI. En el decreto se aclara que el Instituto no monopolizará las actividades privadas, sino que las complementara para beneficio de ellas.
Concebido como un organismo que accionará frente a las coyunturas internacionales buscando maximizar los beneficios de la comercialización de los productos, el IAPI tenía múltiples competencias. Era un organismo con funciones y atribuciones:
· Comerciales: Compraba la producción cerealera garantizando precio y colocación ya que luego se encarga de exportarla.
· Financieras: Otorgaba fondos a instituciones públicas y privadas para la compra de bienes de capital.
· Regulación del mercado interno: Con el monopolio estatal de la compraventa se fijaba los precios mínimos.
· Promoción: El IAPI otorgaba tratamiento especial a las actividades que se consideraban estratégicas.
· Garante del abastecimiento: El IAPI llegó a la expropiar de productos escasos, distribuyéndolos en forma directa a los consumidores.
· Otras: El IAPI también otorgaba subsidios, prestaba asesoramiento y ejercía el control para el cumplimiento de las normas de comercialización.
Sin duda que una de sus funciones primordiales era la venta de productos argentinos en el exterior al mejor precio. En un análisis histórico, encontramos que el IAPI ejerció el monopolio en la comercialización de productos agrícolas, en especial de trigo, comprando en el mercado interno y vendiendo en el internacional. Respecto de los productos ganaderos su gravitación fue menor desempeñándose como intermediario.
Las actividades del IAPI se vieron dificultadas por la tendencia internacional a la baja de los precios de los productos agropecuarios. A partir de 1949 la gravitación del IAPI merma, haciéndose cargo el sector privado cargo de gran parte del intercambio.
Como se mencionó, el IAPI desarrolló también actividades financieras con lo obtenido de los recursos provenientes de las exportaciones. Así fondeó al sector privado y subsidió a la producción agropecuaria, a la investigación, la lucha contra plagas y al desarrollo de la agroindustria.
Según Susana Novick
[10], cuyo trabajo venimos siguiendo, al accionar del IAPI genero críticas que la autora sintetiza en tres líneas.
La primera de oposición total. Se sostenía que el IAPI afectaba la libertad de comercio y fomentaba la corrupción, siguiendo la línea ideológica tradicionalmente han adoptado los representantes de los grupos económicos concentrados nacionales que llevan adelante explotaciones extravertidas, rentísticas y extractivas. Por hegemonía cultural, este ideario caló hondo en el resto de la población argentina, sobre todo en sus clases medias que en muchos casos lo adopta como propio. Tal batería de preconceptos (que ha logrado entronizarse en la construcción de un “sentido común”) lleva a sospechar de viciada toda utilidad económica generada por el sector público, mientras presume de impoluta la apropiación de renta que lleva el sector privado. Las críticas de esta línea eran atizadas por el espectro ruralista terrateniente ya que las ganancias obtenidas por la actividad del IAPI se trasvasaban al sector industrial en vez de volver al agropecuario.
La segunda postura era de una defensa a ultranza del ente. Quienes lo hacían sostenían que IAPI sustituía la especulación de los acopiadores, comercializadores y exportadores privados de la producción agropecuaria. Sucedía que cuatro empresas exportadoras acaparaban el 90% de la producción. Estas eran Bunge & Born limitada, Luis Dreyfus y Cia, La Plata Cereal Co. y Louis de Ridder Limitada.
Hay una tercera postura que consiste en una defensa crítica. Quienes se enrolaban en esta línea argüían que las compensaciones, los anticipos y los subsidios que el Instituto otorgó a determinados sectores concentrados le impidieron expandir su financiamiento a actividades de inversiones para el desarrollo de la industria.
El rol del IAPI se complementó con otras políticas agropecuarias como el estatuto del peón, el congelamiento de los arrendamientos rurales, el aumento de la capacidad de transporte marítimo, el desarrollo de infraestructura de acopio y transporte, los subsidios a los productos de consumo masivo y la tecnificación rural.
Mediante la ley 13.668 del 30 de septiembre de 1949 el IAPI deja de pertenecer al sistema bancario oficial y pasa depender del Ministerio de Economía. Entre las reformas, se le vedan las operaciones de cambio y se modifica la composición del directorio donde pasan a tener representación trabajadores y productores del agro y del comercio. El Poder Ejecutivo controlaría más intensamente el desempeño del organismo que irá perdiendo independencia y gravitación como ente financiador de la capitalización del Estado.
La caída de los precios internacionales hacia 1948/49 colocó al IAPI ante una encrucijada: o ampliaba sus áreas de control, se expandían sus actividades comerciales, se desalojaba a las empresas del comercio exterior y se disminuían sus beneficios; o se compensaban quebrantos de las empresas privadas y se restringían sus funciones. Optando por esto último, el IAPI comenzó a dejar de ser el ente capitalizador nacional para transformase en un organismo subsidiador de la actividad privada.
En esta segunda tesitura, el IAPI comienza a recurrir al financiamiento bancario. La transferencia de los excedentes agropecuarios no se produce con la magnitud necesaria para desarrollar la industria pesada en el país. Por otra parte el déficit del IAPI aceleró el proceso de inflación.
Durante su última etapa a partir del año 1952, el IAPI se transforma en un asistente de la actividad privada, lo que hace a través del otorgamiento de subsidios o haciéndose cargo de empresas agropecuarias quebradas.
"Si bien el Estado dirigista defensivo de las décadas anteriores se había transformado -peronismo mediante- en un Estado Social o Benefactor, éste no había podido sustraerle a la burguesía agraria su poder económico; es más, debía aún garantizarle su tasa de ganancia"
[11].
Las leyes 14.378 y 14.379 del 30 de septiembre de año 1952 crean el Instituto Nacional de Granos y Elevadores y el de Carnes, que de hecho implicaba despojar al IAPI de las funciones del organismo comercializador de la producción agropecuaria.
Para la última etapa del IAPI, este ya era netamente un organismo de subsidio de la actividad privada, tarea asumida que explica su déficit y no la corrupción, ni la ineficiencia burocrática ni mucho menos la capitalización del Estado, función que ya había dejado de lado.
Para Susana Novick, si bien el IAPI sufrió ambigüedades, contradicciones y definitivamente no modificó las bases del sistema económico en lo substancial (capitalista dependiente) fue el intento más serio por nacionalizar la economía e independizarla de los centros financieros internacionales.
Con el golpe de Estado de año 1955 del que resultó el abandono del proyecto nacional y popular y la restauración de la ideología de los grupos concentrados extravertidos y extractivo-rentísticos, el IAPI desaparece por el decreto N° 2.539 que dispone su liquidación. En la fundamentación el decreto afirmaba:
“Visto el propósito enunciado por este gobierno de dejar librada a la iniciativa privada el ejercicio de las actividades comerciales… Considerando que el IAPI se ha caracterizado no sólo por una desacertada gestión comercial y financiera, sino también por constantes e injustificadas intervenciones en distintos aspectos de la actividad económica…”.

La matriz ideológica del decreto es clara.
3.3. La Junta Nacional de Granos.
En el año 1963 se crea por el decreto-ley 6698 la Junta Nacional de Granos, cuyas funciones son:
· Control de las instituciones que intervengan en el comercio de granos.
· La clasificación y control de pesas y medidas.
· Reglamentar los contratos.
· Realizar estudios de mercado y estadísticas.
· Controles y cuidados sanitarios necesarios para la preservación y cura de los ataques de las plagas en todas las etapas de la comercialización.
· Proponer al poder ejecutivo los precios mínimos a fijar.
· Fijar, con aprobación del Poder Ejecutivo, los precios mínimos de los granos y sus subproductos en las ventas al exterior.
· Fijar, con aprobación del Poder Ejecutivo, los cupos de exportación para granos y subproductos.
· Cuando el poder ejecutivo lo disponga, ejercer el comercio interno o externo de aquellos granos y productos de la industria oleaginosa.
Si bien en el listado de atribuciones se registran funciones relacionadas con el poder de policía, las tres últimas de las enunciadas contemplan quizás las más importantes en materia de intervención: la posibilidad de que el Estado Nacional, a través de la Junta, fije precios, establezca cupos o realice directamente la comercialización de los granos y subproductos. El decreto lo autoriza a hacer por razones de defensa de la producción, o cuando la regulación del mercado lo hiciere necesario.
Otras Juntas reguladoras de otras producciones agropecuarias tenían potestades similares.
3.4. El advenimiento del neoliberalismo en los años 90: la desregulación total.
El neoliberalismo era la ideología en lo económico (como el neoconservadurismo de Thatcher y Reagan lo eran en lo político) de la globalización financiera. Globalización que en el orden público institucionalizaba y pautaba sus reglas de juego a través del gobierno de los Estados Unidos y de los organismos multilaterales de Bretton Woods controlados por aquel. Estos, unificaron su discurso pro maximización de la lógica financiera de la economía mundial en una serie de postulados conocidos como “El Consenso de Washington.”
El termino "Consenso de Washington" se debe al economista John Williamson. En su escrito del año 1990 titulado "Lo que Washington quiere decir cuando se refiere a reformas de las políticas económicas” Williamson concreta diez temas de política económica, en los cuales Washington (denominado así a la matriz política económica integrada por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Congreso de Estados Unidos, la Reserva Federal y el Tesoro Norteamericano) está de acuerdo. Estos son:
a. La disciplina presupuestaria.
b. La reducción del gasto público.
c. La reforma fiscal encaminada a aumentar los ingresos vía impuestos.
d. La liberalización financiera, especialmente de los tipos de interés.
e. La búsqueda y mantenimiento de tipos de cambio competitivos que promuevan las exportaciones.
f. La liberalización comercial.
g. La apertura a la entrada de inversiones extranjeras
h. Las privatizaciones de empresas públicas.
i. La desregulación de la economía
j. La garantía a los derechos de propiedad.
Diáfano es ver que estos postulados son proclives a consolidar el poder económico y político de los actores privados trasnacionalizados. Esto se hace por medio de la institucionalización de reglas de juego que los favorecen, en desmedro de los Estados. Se buscaba entonces reducir la intervención estatal en la circulación de bienes, servicios y capitales (c,f,g,i) incrementar la capacidad de pagos de los países deudores (a,b,c,e) implementar mecanismos desposesorios alternativos para el cobro de la deuda (h) y proteger los intereses de los acreedores contra todo resarcimiento que pudieran pretender los Estados (j).
En la década del noventa, la recepción del neoliberalismo en Latinoamérica implicó una acelerada aplicación (sin nauseas por los costos sociales que originaban) de los preceptos del denominado “Consenso de Washington”. En el caso argentino y en lo referido a desregulación económica, existe una “pieza maestra” que condensa de forma eficaz, eficiente y en extremo gráfica la aplicación del ideario neoliberal. Se trata del decreto 2284 del año 1991.
El artículo 1 del decreto 2284/91 imponía:
Déjanse sin efecto las restricciones a la oferta de bienes y servicios en todo el territorio nacional, las limitaciones a la información de los consumidores o usuarios de servicios sobre precios, calidades técnicas o comerciales y otros aspectos relevantes relativos a bienes o servicios que se comercialicen, y todas las otras restricciones que distorsionen los precios de mercado evitando la interacción espontánea de la oferta y de la demanda.
Así en el ámbito interno se entronizaba la regulación libre del mercado. Para el sector externo se redactaba el artículo 19 que establecía:
Suprímense todas las restricciones, los cupos y otras limitaciones cuantitativas a las importaciones y a las exportaciones para mercaderías, de acuerdo a lo que disponga la autoridad de aplicación.
Eliminadas las potestades regulatorias del Estado, el paso siguiente era la lata supresión de las instituciones montadas para ejercerlas. De este modo, por el artículo 34 se eliminan los entes reguladores:
Disuélvense todas las unidades administrativas, de rango inferior a Dirección Nacional, General o equivalente, responsables del cumplimiento de las intervenciones y controles suprimidos por el presente. El personal de las mencionadas unidades deberá ser reasignado a otras funciones dentro de las jurisdicciones respectivas.
Por un anexo del decreto se mencionaba con nombre y apellido cuales eran los entes que habían sido disueltos por el decreto. Naturalmente que se incluían la Juntas reguladoras de producción y comercialización agropecuarias, entre ellas las dos más importantes, la Junta Nacional de Granos y la Junta Nacional de Carnes.
De este modo, perdiendo el Estado sus potestades reguladoras de intervención en los mercados, solo preservo aquellas que tienen que ver con el ejercicio del poder de policía administrativo. Al haber sido disueltas las Juntas reguladoras que las ejercían, pasaron a la esfera de la Secretaría de Agricultura, Ganadería Pesca y Alimentos y al Servicio Nacional de Sanidad Animal.
Con el correr del tiempo, se hizo en extremo evidente que, a pesar de la desregulación, era necesario contar con algún tipo de organismo especializado que pudiera aplicar las potestades remanentes de poder de policía estatal luego de la aniquilación de las facultades para intervenir en el mercado. Esta sintonía fina no podía hacerse desde una Secretaría de Estado con dimensiones burocráticas de un ministerio como lo es la Secretaría de Agricultura.
3.5. La ONCCA
En el año 1996, fue sancionado el decreto 1343 que creaba de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA), un pequeño organismo bajo la esfera de la Secretaría Agricultura. La ONCCA asumía el ejercicio de las potestades de poder de policía de las extintas Junta Nacional de Granos y Junta Nacional de Carnes que habían pasado a la Secretaría de Agricultura. El objetivo era transparentar y controlar el comercio agrícola.
Por la misma dinámica intrincada de toda burocracia estatal, pero la inevitable necesidad de que el Estado intervenga a pesar del vacío de potestades que había producido el decreto 2284 del año 1991, la ONCCA tuvo que ir asumiendo más facultades. Una de ellas fue la distribución de la cuota Hilton. La cuota Hilton es el cupo de importación para cortes especiales de carne vacuna ofrecida por la Unión Europea que debe ser cubierta por frigoríficos argentinos. Frigoríficos cuya disponibilidad cuantitativa para la exportación excede largamente la cuota europea. Por lo que le toca a la autoridad gubernamental argentina establecer el criterio de quienes serán los que exportaran y en que cantidades lo harán cada uno hasta cubrir la cuota. Pues bien, la distribución de la cuota Hilton es una tarea que cae dentro de la esfera de atribuciones de la ONCCA.
Para atender también a problemas de desequilibrios productivos entre algunos rubros agropecuarios respecto de otros, se le encomienda a la ONCCA la asignación de subsidios a determinadas producciones.
No obstante, la posibilidad de intervenir en el comercio agropecuario fijando precios máximos y mínimos, o directamente comprando la producción continua estando vedada para el Estado argentino
4. El contexto actual impuesto por el alza de precios mundial de los alimentos. Un Estado con escasa institucionalidad reguladora.
Desde el año 1989 el PBI de China crece a un 9% anual. Con una tasa de inversión del 45% del PBI la economía China promete seguir expandiéndose. El país asiático, con 1313 millones de habitantes suma cada año 8 millones de habitantes más por crecimiento vegetativo. El crecimiento poblacional conjugado con el económico implica que nuevas personas se incorporen al mercado (cuatro de cada cinco automóviles vendidos en China son para personas que nunca tuvieron uno)… y las que ya lo estaban aumenten sus expectativas de consumo.
El otro gigante asiático, India, crece desde 1999 a una tasa de 6,5% y para fin del 2008 lo haría a un 8,4%. Con 1.186 millones de habitantes, suma cada año 17 millones nuevos.
Ambos países se han convertido, por sus colosales crecimientos poblacional y económico, en grandes demandantes de alimentos. Y están traccionando los precios agropecuarios a escala mundial. Por ejemplo, para la campaña 2007/2008 China producirá 14,33 millones de toneladas de soja. Necesitará importar 34 millones más para satisfacer las necesidades de su mercado interno.
Concomitantemente con esto, la crisis energética por la escasez de petróleo ha direccionado las expectativas de rentabilidad en inversiones de cultivos que sirven para producir biocombustibles, principalmente maíz. Esto, conjugado con los problemas suscitados en otras áreas en donde se rompieron las burbujas especulativas (el mercado inmobiliario en Estados Unidos y Europa) ha ocasionado que el flujo de capitales se dirijan a las inversiones agropecuarias, valorizando dichas producciones a altísimos niveles que el tiempo dirá si se trata o no de una nueva recreación de otra burbuja especulativa.
Esta alza mundial del precio de los alimentos es una realidad que se manifiesta en hechos graves. En este año 2008 en Haití, las protestas por el alza de los precios de alimentos dejaron cuatro muertos. También en este año se registraron protestas similares en Egipto, Pakistán, Costa de Marfil, Mauritania, Mozambique, Senegal, Uzbekistán, Yemen, Bolivia, México, Indonesia y Camerún.
El director gerente del FMI (Dominique Strauss-Kahn) ha señalado que la inflación ha vuelto por el alza de los alimentos y que ésta “puede socavar todos los avances en la reducción de la pobreza”. El primer ministro británico (Gordon Brown) ubicó el alza de los alimentos en la agenda mundial al convocar a los líderes del G8 a contrarrestar ese encarecimiento y a examinar el impacto de la producción de biocombustibles en el costo de esos productos. El comisario europeo para el Desarrollo, Louis Michel, advirtió ayer que “se perfila una crisis alimentaria mundial, menos visible que la crisis petrolera, pero con el efecto potencial de un verdadero maremoto económico y humanitario”.
Dentro de esto panorama crítico, en particular los países que son exportadores de alimentos se enfrentan con la disyuntiva de aprovechar los altos precios internacionales de sus productos frente a la necesidad de contener los procesos inflacionarios que el alza de los valores de la producción agropecuaria colocada en el exterior les genera en su mercado interno que también la consume.
México anunció el congelamiento de los precios de más de 150 productos alimentarios básicos hasta el 31 de diciembre de este año, entre los que se incluyen diversas marcas de aceites, frijoles, atún, jugos, sopas, café, leche, entre otros. Uruguay acordó con la industria frigorífica congelar hasta el 31 de agosto el precio de tres cortes de carne vacuna. Brasil suspendió la exportación de arroz.
Una de las vías usadas por muchos países para que el alza internacional de precios en los alimentos (fenómeno denominado por algunos economistas “agflation”) es la aplicación de un impuesto al comercio exterior, focalizado en las exportaciones agropecuarias, denominado retención. Uno de cada cuatro países miembros de la Organización Mundial del Comercio aplica este impuesto. Alrededor de 40 países en el mundo ejercitan este sistema (Malasia, Brasil. Kazajstán, Ucrania, Sudáfrica entre otros). China aplica retenciones para la carne de cerdo y huevos. India aplica similar política con la leche. En febrero de 2008, Rusia aplicó retenciones del 30% a la exportación de cebada y del 40% a las ventas externas de trigo.
Este problema en la Argentina, séptimo productor mundial de alimentos ¿puede resolverlo con el instrumento fiscal de las retenciones? ¿Es suficiente el mismo para salvaguardar a la población local de la explosión internacional de los precios de los alimentos?
4.1. La Argentina frente al crecimiento mundial de la demanda alimentaria: Oligopolio privado y Estado desmantelado para hacer frente a un aluvión.
En el campo del comercio internacional, la Unión Europea cuenta según vimos en la primera parte de este trabajo con poderoso aparato institucional de naturaleza comunitaria para regular el mercado agropecuario. Otros países productores-exportadores de cereales poseen una legislación que permite la decidida intervención del Estado en los mercados agropecuarios. Así también cuentan con instituciones que suelen funcionar como verdaderos entes que monopolizan el comercio de la producción cerealera y la exportación de ésta, bajo el control estatal, a fin de proteger la producción nacional y sus efectores.
De este modo, Australia cuenta con el Australian Wheat Board (AWB) y Canadá con el Canadian Wheat Board (CWB). La canadiense CWB data del año 1935. Fundada dos años después que la primer Junta Reguladora de Granos de la Argentina, el organismo del país del norte sobrevivió a ésta, al IAPI y a la Junta Nacional de Granos. La Canadian Wheat Board continúa hoy realizando sus funciones y soportando los embates de las transnacionales Cargill, Dreyfus, Rahr Malting y Agricore United entre otros que promueven su abolición.
La Australian Wheat Board (AWB) fue por su parte fundada en 1939, y si bien fue privatizada en 1999, sigue monopolizando la compra y venta de la producción triguera del país para la exportación. Padece también los ataques de las mismas firmas transnacionales que arremeten contra la CWB
[12].
En tanto que en la Argentina, la reforma del Estado aniquiló a las instituciones que podían tener potestades homologas a la AWB, a la CWB o a los diversos instrumentos de intervención de la Política Agrícola Común de la Unión Europea. Por ende, la regulación del comercio agropecuario nacional migra del Estado al sector privado, que para el caso argentino se trata de un sector transnacionalizado y oligopolizado. Para contener este encrespadas aguas, solo cuenta con los la herramienta fiscal de los Derechos de Exportación (Retenciones).
4.1.1. Los Derechos de Exportación (Retenciones).
Los Derechos de Exportación son un canon que le cobra la aduana nacional al exportador. En el caso de los derechos de exportación que se aplican a la venta al exterior de cereales y oleaginosas, el exportador le compra a los productores al precio FOB,
[13] descontada la alícuota establecida que corresponde al Derecho de Exportación. Técnicamente, el que paga el derecho de exportación es el exportador, no el productor, aunque a éste último se le transfiere su costo.
Para el economista Alfredo Zaiat, en un contexto de crecimiento del precio internacional de los alimentos con más dólar alto (a lo que agregamos por nuestra parte la inexistencia de otros mecanismos que intermedien entre la demanda externa y la oferta interna, como lo fuera la Junta Nacional de Granos) los Derechos de Exportación son una herramienta imprescindible de la política económica. Esto así ya que, entre otros factores, los Derechos de Exportación:
Desacoplan el comportamiento del precio internacional de los alimentos respecto del precio doméstico de éstos. Si al productor le conviene vender al exterior por los altísimos precios, va a trasladar estos precios al mercado interno. Si el mercado interno no puede pagar estos altísimos precios, al productor no le interesa ya que puede colocar en el mercado externo su producido. Por eso, en resguardo a la seguridad alimentaria nacional, es preciso morigerar los incentivos que pueda tener el productor para colocar toda su producción fronteras fuera.
Permiten capturar una renta extraordinaria. No se trata de capturar una ganancia extraordinaria, sino renta extraordinaria. ¿Cuál es la diferencia? Véase:
“La economía agraria se distingue de la economía general en la especificidad de la producción agropecuaria. Esta, a diferencia de la producción industrial, reconoce la particularidad de la tierra como factor de producción. La tierra, medio fundamental en el que se apoya la actividad primaria, tiene características propias que lo hacen diferente a los otros factores de producción (trabajo y capital), a saber: no es producida por el trabajo humano, no es reproducible, es limitada en cantidad y es de calidad heterogénea. La renta agraria, entonces, no se origina en la apropiación por el empresario del plusvalor generado por el trabajador asalariado. Se trata de una ganancia extraordinaria de la que se apropian los rentistas (dueños de los campos, pero también el resto de los eslabones que distribuyen y comercializan la producción), originada en ventajas naturales (fertilidad del suelo y clima). Argentina, por obra y gracia de la “pampa pródiga”, tiene una renta agraria diferencial a escala internacional. Como la renta de la tierra es una ganancia extraordinaria, y la tierra es considerada un patrimonio social (por las ventajas naturales), el Estado tiene la facultad de regular la forma en que dicha renta agraria a escala internacional se distribuye al interior de la sociedad
[14].”
Otro factor de los que menciona Zaiat es el fiscal. Los Derechos de Exportación permiten acercar recursos al Tesoro nacional, recaudando en un sector que es difícil de asir por su dispersión, extensión territorial e informalidad. Por la naturaleza misma de la actividad agropecuaria, el control jurídico, tributario y fiscal revela alta complejidad. Por ello los Derechos de Exportación son un medio eficiente para gravar por esta vía a las rentas extraordinarias que percibe el sector.
De todas maneras, como veremos a continuación, frente al mapa productivo-económico nacional, los Derechos de Exportación equivalen a un remo de madera que pretende direccionar a un trasatlántico.
4.1.2. Los grupos privados que regulan la exportación de alimentos
Tengamos en cuenta esto: cinco firmas privadas (Cargill, Bunge, Dreyfus, Aceitera General Deza, y A.M.D. Argentina) concentran el 61% de las Exportaciones agropecuarias argentinas. Cargill sola controla el 21% de las exportaciones argentinas de alimentos. Fundada en el siglo XIX, la empresa norteamericana con casa central en Minneapolis llega al país en el año 1947. En la argentina posee cinco puertos cerealeros, cuatro plantas de molienda oleaginosa, siete molinos de trigo, cuarenta y cinco acopios y dos malterías.
Oligopolio privado exportador
Empresa
Granos, aceites y subproductos exportados en millones de Toneladas
Facturación por exportaciones durante el 2007 en Millones de Pesos
Cargill
15,9
8.148
Bunge
10,3
5.328
Dreyfus
8,1
3.394
Aceitera Gral.Deza
5,7
4.183
A.M.D Argentina
5,2
1.364
Fuente: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos.
Esta concentración capaz de regular las exportaciones internacionales agropecuarias argentinas, se conjuga con el fenómeno del alza mundial de precios de alimentos. Así la producción alimentaria es traccionada para su rentable colocación en el exterior y bajo los requerimientos de la demanda externa, amenazando la propia seguridad alimentaria de la población del país. Esto ya sea por el alza de precios de los alimentos que siendo exportados también se consumen en el mercado interno. O también que los requerimientos de la demanda externa condicionan la producción interna, especializándola en determinados rubros y haciéndola desertar en otros. Todo en menoscabo de la soberanía alimentaria argentina.


Aumento del precio por tonelada del trigo, maíz y girasol.
0,0
25,0
50,0
75,0
100,0
125,0
150,0
175,0
200,0
225,0
250,0
275,0
300,0
325,0
350,0
375,0
400,0
425,0
450,0
475,0
500,0
525,0
550,0
ene-01
mar-01
may-01
jul-01
sep-01
nov-01
ene-02
mar-02
may-02
jul-02
sep-02
nov-02
ene-03
mar-03
may-03
jul-03
sep-03
nov-03
ene-04
mar-04
may-04
jul-04
sep-04
nov-04
ene-05
mar-05
may-05
jul-05
sep-05
nov-05
ene-06
mar-06
may-06
jul-06
sep-06
nov-06
ene-07
mar-07
may-07
jul-07
sep-07
nov-07
ene-08
Trigo
Maíz
Poroto de
soja
Últimos 12 meses: +112,5 %
6 meses: +63,6 %
Últimos 12 meses: +24 %
6 meses: +45,7 %
Últimos 12 meses: +82,7 %
6 meses: +64,4 %












Fuente: Ateneo Arturo Jauretche
El caso insignia de los riesgos a la soberanía alimentaria esta dado por el poroto de soja. Del total de la producción de esta oleaginosa en la Argentina, el 95% se destina al mercado externo. Los argentinos no consumen la soja que cultivan. Lo que no es un problema. A no ser porque los productores agropecuarios se vuelcan, dada su rentabilidad, a esta gramínea cuyo precio internacional registra un constante ascenso. En este temperamento abandonan otros cultivos y explotaciones agropecuarias menos rentables para la exportación. Pero cultivos y explotaciones agropecuarias que satisfacen las necesidades de consumo interno.
Para los años 1979/1980, el 8% de la totalidad del área cultivada en el país estaba destinada a la soja. En los años 2006/2007, el área sojera equivalía ya al 52% del total.
4.1.3. La concentración del capital.
La alta concentración del capital privado en argentina supone otro inconveniente para un Estado que ha perdido sus instrumentos para la regular el mercado, definir políticas inclusivas, ejercer la autonomía en materia económica y evitar los abusos.
En cuanto a los datos de los actores de la producción agropecuaria tomando la escala productiva, los datos arrojan alta concentración. El Censo Agropecuario del año 2002 contabilizaba en el país a 218.868 pequeños productores
[15], que equivalían a los dos tercios del total de explotaciones agropecuarias existentes en la Argentina. Sin embargo, ellos solo poseen en propiedad o arrendamiento el 14% del área agropecuaria total del país. El otro 86% corresponde al tercio restante.
En lo referido al cultivo estrella del agro argentino (la soja, con un 52% del área cultivada) hay 71.000 mil productores. De ellos 69.000 mil manejan el 20 % de la cosecha, mientras que los 2000 restantes controlan el otro 80%.
Grandes grupos concentrados.
Empresa
Facturación por ventas de aceites, harinas y derivados durante el 2007 en el mercado local en millones de pesos
Aceitera General Deza
4.100
Cargill
3.500
Molinos Rio de la Plata
2.500
Nidera
2.400
Vicentin
2.000
Fuente: Revista Veintitrés, Número 509, 3/4/2008
La concentración se percibe también en la estructura de la tenencia de la tierra cultivable. De los emprendimientos agropecuarios existentes en el país, el 9,8% de los mismos concentra la tenencia del 78% de la tierra. Los campos de menos de 100 hectáreas son el 58% de las explotaciones agropecuarias, correspondiéndoles solo el 2,8% de la tierra.
En el peldaño más alto, tenemos a 6900 propietarios (familias, empresas o empresas-familias) que son dueños del 49.7 % de la superficie cultivable y productiva del país. Los mayores terratenientes son:
Mayores terratenientes del agro argentino
Empresa
Propiedad de tierra cultivable en miles de hectáreas
Cresud
450
Adecoagro
200
Grupo Bemberg
143
Grupo Los Grobo
117
Grupo Werthein
100
Fuente: Revista Veintitrés, Número 509, 3/4/2008
Ahora bien: ¿Cuál es la gravitación de la tenencia de la tierra en una actividad como la agropecuaria? ¿No significa solo el mero asiento espacial donde esa actividad agropecuaria tiene lugar? ¿No podría equipararse el fundo agropecuario con el edificio de la fábrica industrial? Veamos primero algunas nociones.
La realización, fabricación y comercialización de productos industriales tienen dos componentes: el costo y la ganancia. La actividad industrial es dinámica por definición y conlleva alto riesgo en la inversión. Si las ganancias no logran solventar los costos, la explotación se encamina al quebranto ya que el valor de los activos fijos (por ejemplo edificio de la fábrica) es marginal comparativamente con la valuación del resto de la inversión en otros factores productivos integrantes de una actividad tan compleja, móvil, interdependiente y multi-relacionada como es la industrial.
En otras palabras, si el industrial no vende el producto que fabricó, de poco le servirá la fábrica en donde lo hizo, ya que la misma no tiene gran significado económico escindida de la actividad que en ella se desarrolla. El capital fundiario es trivial en la valuación del emprendimiento. Además, en términos relativos con la actividad agropecuaria, los factores naturales son absolutamente secundarios. Lo que cuenta es la actividad que desarrolle el hombre.
A diferencia, la producción agraria tiene tres componentes: costos, ganancia y renta de la tierra. La variación de la renta de la tierra se debe a ventajas comparativas estáticas (clima, fertilidad del suelo). A su formación, la acción del hombre no ha contribuido. La renta de la tierra se mide por el margen de ganancia superior que obtendrá un productor, respecto de otro productor que aplicó a su emprendimiento igual dotación de recursos pero en un fundo menos favorecido por la naturaleza.
Los factores naturales preexistentes son vitales para la suerte del emprendimiento agropecuario. Por ello el capital fundario es el primer rubro en importancia a la hora de valuar el emprendimiento.
Tenemos así que gran parte de la utilidad que obtienen los dueños de las mejores tierras (como lo son las de la pampa húmeda argentina) si bien son importantes la inversión que han realizado y su esfuerzo, se deben principalmente a las condiciones naturales de las que por fortuna son beneficiarios. Es por esto que la tierra tiene por si sola una inmensa gravitación económica, aún escindida de la producción contingente que en ella se realice. De allí que las tierras de la pampa húmeda argentina tengan una cotización, valuada en dólares, similar o superior a las mejores tierras agropecuarias de los Estados Unidos.
Lo antedicho (competitividad excepcional de la tierra más concentración de su tenencia) moldeará la conducta del sector terrateniente frente al resto de la sociedad. Sin embargo, a estos datos verificables en lo cuantitativo debe conjugarse también otro factor vernáculo no mensurable, pero quizás de mayor influencia. Un factor extra que se alinea junto a los móviles volitivos de cualquier alta burguesía.
Se trata de un rasgo histórico-cultural de la alta burguesía agropecuaria argentina que ha sido capaz de configurar un imaginario social, mismo que se ha esparcido al resto de la sociedad por tradición y mimesis. Este imaginario se caracteriza por la autocomplacencia y el egocentrismo que excluye al otro. La adopción de esta percepción de la realidad, tergiversada por el preconcepto, es lógica y casi natural que se de en nuestro país.
Consideremos que la formación de nuestra nación y de su Estado se dio bajo la hegemonía política, económica y cultural de una clase terrateniente insertada en el librecambismo económico y el discurso político liberal que lo justificaba. Esta clase vivió los años fundacionales en la soledad del autismo al no tener oposición de otros sectores de la sociedad nacional aún en estado larvario y carentes de poder político. Es casi inevitable que estos sectores pensaran que la Nación eran solamente ellos.
La herencia cultural que dejo aquella clase terrateniente en la cúpula actual del sector agropecuario (sus herederos más reconocibles en el presente) es reaccionario, negador de la dinámica social, del surgimiento de nuevos actores con reivindicaciones y de la legitimidad del único instrumento al que pueden acudir éstos para hacerlas efectivas: la intervención del Estado.
Siguiendo a Aldo Ferrer, entendemos que todo dinamismo integrador, diversificado, desarrollista y productivo implica una amenaza para este sector. Porque producto de este dinamismo pueden surgir como emergentes nuevos actores que le disputarían poder al cambiar la matriz tradicional de nuestra estructura productiva desequilibrada. Lo mejor es entonces es que la matriz no cambie y se mantengan en su cúspide quienes vienen siendo los ganadores de la misma.
Esta impronta, por hegemonía cultural, penetra también vastos sectores de la clase media.
Tal cúmulo de percepciones, prejuicios y preconceptos hoy vigentes hicieron que la cúpula agropecuaria apoyara las políticas neoliberales que, desregulando la actividad y no aplicando retenciones, sin embargo extraía el 50% del excedente agropecuario a través de la política sobre-valuación de la moneda
[16].
Lo paradojal se da en la cerrada oposición y ferocidad con la que hoy esta cúpula enfrenta a la actual administración, que lejos de amenazar su rentabilidad, la promueve manteniendo un tipo de cambio competitivo, lo que le cuesta al Estado aproximadamente 12.000 millones de dólares para intervenir en el mercado a través de una “flotación cambiaria sucia”. Actualmente el Estado vía retenciones y conjugado esto con el mantenimiento de un dólar alto, solo le apropiaría al sector un 25% de su excedente. Apenas la mitad de lo que ocurría la década pasada cuando no había oposición a las políticas neoliberales
[17].
La agricultura y la ganadería equivalen aproximadamente a un 6% de PIB del país. Algo más que la veinteava parte de la producción nacional. Desde el año 2003, por cada puesto de trabajo que generó el sector rural en la argentina, la industria y los servicios crearon diecisiete. No debe sorprender esta baja incidencia. Si bien se trata del sector más competitivo para nuestro comercio internacional, el valor agregado del mismo es escaso.
El panorama cambia si conjugamos a la agroindustria. La agroindustria (acá ya aparece el valor agregado) sus derivados y su servicios vinculados, junto con la agricultura y la ganadería pasa a representar la tercera parte de la economía nacional, ocupando también a un porcentual equivalente dentro de su población económicamente activa.
Al momento de considerar el comercio internacional, y por causa de la competitividad del sector, las exportaciones agropecuarias, agroalimentarias y agroindustriales argentinas equivalen al 55% del total de las ventas argentinas al exterior.
En lo último tenemos la vinculación del sector con la generación de divisa para el país, mucha de la cual se destinan al pago de la deuda externa. La dependencia de la economía argentina con su sector agropecuario se imbrica directamente con su dependencia externa.

Rubro
Firmas que controlan el mercado interno.
Porcentaje controlado.
Fertilizantes
· Profertil
· Petrobrás
79%
Agroquímicos
· Bayer
· Aventis
88%
Herbicidas
· Bayer
· Aventis
· Dowagrosciencies
77%
Pan blanco y pan negro.
· Fargo
· Bimbo
· La Salteña
90%
Galletitas dulces
· Danone
· Arcor
· Krati
75%
Leche
· Sancor
· Danone
66%
Yogures
· Sancor
· Danone
· Parmalat
74%
Cerveza
· Quilmas
· Brahma
81%
Gaseosas
· Coca Cola
· Pepsi
84%
Supermercados
· Coto
· Disco
· Jumbo
81%
Concentración en rubros relacionados con la producción agroalimentaria y su comercialización.
Fuente: Fuente: Comisión Nacional de Defensa de la Competencia.
4.1.4. La concentración del capital y sus consecuencias para el consumo interno.
La turbulencia externa de precios, la concentración de la producción, el oligopolio en la comercialización exportadora encuentran su correlato en un mercado interno que, consumiendo las mismas materias primas que se venden al exterior, está también dominado por pocas manos.
Esa situación genera abusos en la intermediación y en la rentabilidad obtenida en la cadena de formación de los precios. Por ello, no es infrecuente ver que al consumidor le llega en el supermercado un producto alimentario cuyo valor se ha multiplicado por cinco o más desde que le fue pagado al agricultor que lo cultivó hasta que arribó a la góndola. El margen de ganancia obtenido por el comercializador privado es desmedido e injusto, pero el Estado no cuenta con demasiados instrumentos para intervenir fuertemente en una cadena controlada por pocas manos.
5. Algunas conclusiones
Hemos visto en estas líneas la fortaleza, el profundo desarrollo y sofisticación de la institucionalidad reguladora con que cuenta la Unión Europea y otros países desarrollados para promover y ejercitar sus políticas públicas en materia agropecuaria. Herramientas de las que el Estado argentino carece. Y las carece siendo un Estado que tiene que administrar un país que es el séptimo productor mundial de alimentos, y que vende al exterior nueve veces más alimentos de los que consume internamente. Un país con una estructura productiva desequilibrada, desarticulada y concentrada. Un país que experimenta los sacudones del vendaval del aumento internacional de los productos agropecuarios.
La pregunta que nos surge es cuales son los factores que le impiden al Estado argentino generar una institucionalidad regulatora similar a los países desarrollados. O al menos recrear la se tuvo desde el año 30 hasta el año 91.
La respuesta que acá ensayamos es que el impedimento es puramente político. La estructura productiva argentina en sus notas esenciales no ha variado demasiado desde el año 1930 hasta el presente. Las oscilaciones que experimentado lo fueron en el sentido de profundizar su primarización relativa y transnacionalización.
A similar estructura productiva desequilibrada (sector agropecuario competitivo y extravertido, sector industrial que precisa para su desarrollo de la protección estatal) tendremos en la superestructura montada sobre ella variaciones contingentes de marquesinas, pero roles idénticos y casi el mismo guión de siempre. Así, la argentina no logra superar su dilema histórico.
Hay sectores de los agro negocios concentrados, rentísticos y extravertidos que pujarán por mantener el inmovilismo del Estado, justamente porque es la única entidad que puede, desde el ejercicio de la soberanía, alterar ese orden de cosas inequitativo del cual se favorecen. Una costumbre secular de imperturbabilidad de sus intereses ha llevado a este sector a ver como amenazas las intervenciones más nimias de un Estado que durante el siglo XX y lo que va de éste jamás planteó con voluntad política de hacer una reforma agraria, ni la expropiación de los cuatro conglomerados privados transnacionalizados que siempre regularon y manejaron a su arbitrio nuestras exportaciones agroalimentarias.
El grupo concentrado propaga su accionar y persuasión, capilarmente, a actores del sistema financiero, la industria, los medios de comunicación masiva controlados y hasta la misma administración pública entre tantos otros. Su poder no ha logrado catalizarse en la construcción de una fuerza política formal que los represente, sino en la colonización de las instituciones y manifestaciones políticas ya existentes.
En tal contexto, la clase media argentina, hacedora electoral de gobiernos, hace suya por cuestiones de hegemonía gramsciana (y tilingueria jauretcheana) las fórmulas forjadas en fraguas que no son las suyas. La sed de ascenso en la escala de la sociedad, pero sobre todo, el pánico a volver a ese origen popular de la que ella proviene pero disimula y quiere olvidar, harán el resto.
En estos días se habla de la gran oportunidad que reporta el aumento del precio de su producción más competitiva de la argentina: los alimentos. La pregunta es ¿Oportunidad para quien? Si la ecuación se resuelve como resuena en las tribunas y oradores a los que si les llega el micrófono y la cámara, el aprovechamiento pasa por una nueva reducción de la intervención de un Estado ya raquítico. Y sin dudas que la ocasión será aprovechada, y las ganancias el club de la concentración (formado por socios transnacionalizados y sus convidados locales) pasara del plano estratosférico al astronómico, satisfaciendo la demanda externa y encareciendo (por no decir desabasteciendo) al mercado interno para lamentos y tribulaciones de la clase media empobrecida una vez más, que no verá los excedentes de la actividad porque estos serán fugados como siempre al exterior o al consumo suntuario en el más optimista de los casos. Al menos la clase media le quedará el consuelo de arreglárselas para culpar exclusivamente al Estado por todo. Culpar a ese Estado que ella contribuyo a debilitar.
En el ámbito de la experiencia actual se ha montado el lock-out agropecuario más largo de la historia, con cortes de ruta, con desabastecimiento a los centros urbanos y con agresiones físicas e intimidaciones silenciadas por los medios. El fin perseguido es bajar unos puntos las retenciones a exportaciones sojeras que parecen convertidas en Jerusalem y Meca de la cuestión agropecuaria argentina. Empujan el accionar un crispado y variopinto colectivo integrado por transnacionales, latifundistas, brokers de agronegocios, desorientados chacareros de subsistencia, clase media muy urbana y más hegemonizada todavía… y candidatos derrotados electoralmente que ven en el conflicto la esperanza de esa resurrección que les viene negando su propia incapacidad de construcción política.
Y todo el caos porque el Estado toco los derechos a la exportaciones (retenciones), una de las pocas herramientas de intervención que puede usar y que posee en verdad bastante poco efecto transformador. ¿Que hubiera pasado entonces si restauraba la Junta Nacional de Granos, dictaba una nueva ley de arrendamientos rurales con criterio social y ambiental, limita el uso y goce de la gran propiedad rural, expropia alguna transnacional monopólica? ¿Que hubiera pasado si volvía el IAPI? El crispado y variopinto colectivo esta vez hubiera declarado la Jihad.
La institucionalidad reguladora europea en materia agropecuaria, aun con las profundas y abismales diferencias existentes entre el viejo continente y la Argentina, puede dejarnos algunas importantes enseñanzas. Y, como no, también la posibilidad de un ejercicio digno de un arte marcial oriental. Éste pasaría por usar la fuerza del rival para derrotarlo. Algo así como aprovechar la vocación extranjerizante de la intelectualidad liberal argentina y mostrarle como se hacen las cosas en esos países que tanto alaban.
Porque en el “primer mundo”, no hay hortaliza que se escape de la regulación estatal.
Bibliografía


ALBURQUERQUE, F (comp): Raul Prebisch, 1a Edición 1989 a cargo de Francisco Alburquerque. Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid 1989.

ALBURQUERQUE, F.: Desarrollo Económico Local en Europa y América Latina. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid 1999.

BASUALDO, E et al: “Las transferencias de recursos a la cúpula económica durante la presidencia Duhalde” en Revista Realidad Económica Número 186 - 16 febrero al 31 de marzo de 2002, Buenos Aires

BARDAJI, I, MORENO C: La Política Agropecuaria Común, Mundi Prensa, Madrid, 2004.

BULACIO, José: Ley de Wagner y gasto público en Argentina, Universidad Nacional de Tucumán, San Miguel de Tucumán, 2001

BUSTELO, Pablo: El desafío asiático a las ortodoxias sobre el desarrollo económico, UCM, Madrid, 1997

BRUNNER, José: Globalización Cultural y Postmodernidad Fondo de la Cultura Económica, México D.F. 1998.

DALLANEGRA PEDRAZA, Luis: El Orden Mundial del Siglo XXI. Universidad del Salvador, Buenos Aires, 1998

DI TELLA, Torcuato et al: Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas, 1ª Edición 2001, Emecé, Buenos Aires.

ESTEBAN, J.C.: Reflexiones sobre la crisis financiera argentina. Ediciones Liberación Nacional, Buenos Aires, 1959

FERRER, Aldo: “La globalización, la crisis financiera y América Latina” en Comercio Exterior, Vol. 49, Núm. 6, junio de 1999, México, BANCOMEXT, pp. 527-536.

FERRER, Aldo: La Economía Argentina, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2000.

FERRER, Aldo: “Globalización y Desarrollo Nacional” en Hacia el Plan Fénix, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2001.

FLORIA, C y GARCIA BELSUNCE, C: Historia de los argentinos, Larousse. Buenos Aires.

FOUCAULT, Michel: Microfísica del poder. 3ra Edición. Ediciones de La Piqueta. España 1991.

FOUCAULT, Michel: El orden del discurso, Cuadernos Marginales 36, 1992. Tusquets .Barcelona.

GIULIANI FONROUGE, Carlos: Derecho Financiero, Depalma, Buenos Aires 1997.

GRAMSCI, Antonio: Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado Moderno. 5ª Edición. Nueva Visión. Buenos Aires, 1997.

GRIFFITH JONES, Stephany, et al: Los nuevos flujos financieros hacia América Latina, Fondo de Cultura Económica, México D.F. 1999.

HARVEY, David: The New Imperialism, Oxford University Press, New York, 2003.

HERNÁNDEZ, Héctor: Justicia y Deuda Externa Argentina, Ed. Universidad Católica , Santa Fé, 1988.

HOPENHAYN, B y VANOLI, A: La Globalización Financiera. Génesis, auge, crisis y reformas. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2002.

KEYNES, John M: Teoría general de la ocupación el interés y el dinero, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001

MARTÍN-BARBERO, Jesús: De los Medios a las Mediaciones: Comunicación, cultura y hegemonía, Ediciones Gili S.A. Barcelona 1987.

MONCAYO-VINUESA-GUTIERREZ: Derecho Internacional Público, Zavalía, Buenos Aires, 1997

MORENO, Ernesto: Manual de Introducción a la Sociología, Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1989

NAYYAR, Deepak: “El Pasado Nos Alcanza” en Tercer Mundo Económico Número 102, Octubre de 1997, Instituto del Tercer Mundo, Montevideo.

NEGRI, A. Y HARDT, M: Imperio, Paidós, Buenos Aires, 2002.

NORTH, Douglass: Institutions, Institutional Change, and Economic Perfomance. Cambridge University Press, New York, 1990.

NOVICK, Susana: IAPI: Auge y decadencia. Editorial Catálogos, Buenos Aires 2004.

OSZLACK, Oscar: La Formación del Estado Argentino, Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1982

OSZLACK, Oscar: “Estado y sociedad: nuevas fronteras y reglas de juego” en Hacia el Plan Fénix, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2001.

OSSORIO, Manuel: Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, 26ª Edición 1999. Editorial Heliasta. Buenos Aires.

PORTELLI, Hugues: Gramsci y el bloque histórico, (1ª Ed 1973) 20ª Edición , Siglo XXI. México1989.

PUTNAM, Robert: Making Democracy Work, Princeton University Press, Princeton, New Jersey, 1994

RAPOPORT, Mario: “Davos y antidavos: un replanteo a la globalización” en Hacia el Plan Fénix, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires 2001.

ROMERO, José Luis: Breve Historia de la Argentina. (1ª Edición 1965) 3ª reimpresión 1999 Fondo de Cultura Económica de Argentina. Buenos Aires

SABINO, Carlos: Diccionario de Economía y Finanzas, Ediciones Panapos, Caracas, 1991.

SCHUMPETER, Joseph: A teoria do Desenvolvimento Económico, Victor Civita, Sāo Paulo, 1982.

SCHUMPETER, Joseph: Capitalism, Socialism and Democracy, 1st Edition 1942, Harper Perennial, New York 1975.

SCHVARZER, Jorge: “Grandes grupos económicos en Argentina, formas de propiedad y lógicas de expansión.” Revista Mexicana de Sociología, Nº 4, México, 1995, p. 191.

SCHVARZER, Jorge: Implantación de un modelo económico, A-Z, Buenos Aires 1998

SILI, Marcelo: La Argentina Rural, Ediciones INTA, Buenos Aires, 2005.

STIGLITZ, Joseph: El Malestar en la Globalización, Santillana-Taurus, Buenos Aires, 2002

WEBER, Max: Economía y Sociedad, (1ra Edición 1922)12ª reimpresión. Fondo de Cultura Económica. México D.F.1998.

[1] Palabras de Hafez Ghanem, Subdirector General de la FAO. Informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Mayo 2008.
[2] La soberanía alimentaria es el derecho los países o uniones de estados a definir su política agroalimentaria garantizando el autoabastecimiento de alimentos para sus habitantes. Implica el derecho de los campesinos a producir alimentos respetando sus pautas culturales, y el derecho de los consumidores a poder decidir lo que quieren consumir garantizando el acceso a una dieta rica y variada integrada por productos que pueden ser producidos en el país o Unión de Estados.
[3] Términos de intercambio. Relación que existe entre los precios medios de importación y de exportación para todos los bienes y servicios que son objeto del intercambio. Puede decirse que, para un país determinado, los términos de intercambio son favorables cuando evolucionan de tal modo que, para un volumen constante de exportaciones, es posible importar una mayor cantidad de bienes del extranjero. En el caso contrario se habla de desmejora o de deterioro de los términos de intercambio. (Sabino, 1991)
[4] Es dable señala también que la producción agropecuaria comienza sufrir un estancamiento por el modo extensivo que había adoptado en la Argentina, que hacía depender su crecimiento de las extensiones de tierra que se sumaban a la producción y no de la introducción de tecnología. . Para el año 1920, ya toda la tierra disponible había sido ocupada.
[5] Las exportaciones argentinas eran el 3% del total mundial en 1929, el 1,5% en 1950 y el 0,5% en 1970.
[6] “Bienes de consumo: Dícese de los bienes que son utilizados para satisfacer las necesidades corrientes de quienes los adquieren, es decir, cuya utilidad está en satisfacer la demanda final de los consumidores. Los bienes de consumo se diferencian de los de capital por cuanto no tienen por objeto producir otros bienes o servicios, sino atender a las necesidades directas de quienes los demandan.” (Sabino, 1991) Por ejemplo un lavarropas doméstico en un típico bien de consumo.
[7] “Economías de escala. Existen economías de escala en la producción de un bien cuando el costo medio del mismo disminuye, en el largo plazo, al aumentar la escala en que se lo produce. En el caso contrario, cuando los costos aumentan al aumentar la escala de la producción, se habla de deseconomías de escala...”.(Sabino, 1991) O sea, para aprovechar la escala se necesita la existencia un mercado consumidor amplio que garanticé producir el bien en grandes cantidades para satisfacer una demanda extensa.
[8] “Bienes de capital: Aquellos bienes cuya utilidad consiste en producir otros bienes o que contribuyen directamente a la producción de los mismos. El concepto engloba así tanto a los bienes intermedios -que forman parte de proceso de producción- como a los bienes de producción en sí mismos.” (Sabino, 1991). Por ejemplo, la maquinaria robotizada de una línea de montaje industrial de lavarropas domésticos en un bien de capital. Los bienes de capital requieren de mayor capacidad y técnica para su fabricación que la precisada para los bienes de consumo.
[9] Carta del Presidente del Banco Central al Ministerio de Hacienda.
[10] Novick, Susana: IAPI: Auge y decadencia. Editorial Catálogos, Buenos Aires 2004.
[11] Esteban, J.C.: Reflexiones sobre la crisis financiera argentina. Ediciones Liberación Nacional, Buenos Aires, 1959, página 14.
[12] Bernal, Federico, “El Regreso del IAPI” en Le Monde Diplomatique, Mayo 2008, Buenos Aires.
[13] FOB (Free On Board). La expresión se utiliza para valorar las exportaciones y se define como "libre a bordo". Se refiere al valor de venta de los productos en su lugar de origen más el costo de los fletes, seguros y otros gastos necesarios para hacer llegar la mercancía hasta la aduana de salida.

[14] Diario Página 12, 28 de Junio de 2008, Buenos Aires.

[15] “Las explotaciones agropecuarias de pequeños productores son aquellas en las que el productor o socio trabaja directamente en la explotación y no emplea trabajadores no familiares remunerados permanentes” (Censo Agropecuario 2002).

[16] La otra parte de este apoyo lo sea quizás porque las inversiones de estos grandes propietarios se canalizaron en gran parte fuera del campo y al sector financiero en donde pudieron obtener sensibles ganancias.
[17] Ver Suplemento CASH, Diario Página 12, domingo 30 de marzo 2008.

LA ACUMULACIÓN POR EXACCIÓN FINANCIERA Y LA ACTUAL CRISIS

Por Javier Ortega





Sumario

1. Resumen 1
2. La Acumulación por Exacción Financiera en el Capitalismo Actual. 1
2.1. Formas de apropiación del excedente económico en el capitalismo. 2
2.1.1. La acumulación por exacción financiera: por improductividad más
emparentada con la originaria. 3
2.2. El Poder. 7
2.2.1. El conflicto según especialistas. 9
2.2.2. Hegemonía y disciplinamiento. 10
2.2.2.1. La acumulación por exacción financiera es aceptada como natural. 12
3. La Crisis Actual y la Exacción Financiera. 13
3.1. América al rescate del sistema financiero: un caso de acumulación
por exacción financiera a gran escala. 15
3.1.2. El orden de Bretton Woods. 18
3.1.2.1. De la Reserva Federal de los Estados Unidos. A imprimir dólares. 22
4. Algunas Conclusiones. 23
5. Bibliografía. 26


1. Resumen
En este trabajo desarrollaremos la concepción teórica de un tipo de acumulación distinto a aquellos que el marxismo conceptualiza como acumulación originaria y acumulación por reproducción. Este modo diferente de acumulación lo denominaremos acumulación por exacción financiera. Trataremos de explicar como funciona intentando poner énfasis en un factor que en la ciencia economía las más de las veces es pobremente abordado: El Poder.
Sostendremos que, al igual que en los otros tipos de acumulación, la acumulación por exacción financiera requiere de un ejercicio del Poder para imponerse y perpetrarse de manera sistémica sobre las mayorías. Luego, intentaremos ejemplificar este tipo de acumulación en el contexto de la crisis actual.
Finalmente, formularemos conclusiones y realizaremos un pensamiento prospectivo para determinar cual será el conflicto principal y endógeno al sistema descrito para el futuro inmediato.

2. La Acumulación por Exacción Financiera en el Capitalismo Actual
Es aceptado que el tipo de acumulación por reproducción insito en el sistema capitalista tiende a sufrir crisis cíclicas por exceso de producción, esto es superproducción de bienes y servicios ofertados, con relación a la demanda solvente que pueda adquirirlos. Quede claro que no hablamos de que no haya necesidades de bienes. Lo que no hay son los sujetos con capacidad de pagos en la cantidad necesaria para absorber la producción creciente necesaria para mantener la tasa de ganancia, algo insito en la lógica capitalista. Cuando ocurren las crisis de superproducción, el autor David Harvey señala que las burguesías, para evitar la perdida de ganancias acude a un tipo de acumulación no descrito por al teoría marxista que el denomina “acumulación por desposesión” (Harvey, 2003).
Harvey, por ejemplo, se refiere a tipos de acumulación por desposesión a escala internacional, corporizada por las crisis regionales (Sudeste Asiático, Latinoamérica, Rusia, Turquía, etc.) en donde luego de procesos devaluatorios instados desde los Estados centrales y los entes multilaterales de crédito, los agentes financieros podían apropiarse por céntimos de valiosos activos de las naciones caídas en desgracia.
Por nuestra parte, y tomando el valioso aporte de Harvey de tratar de describir un tipo de acumulación distinto al originario y por reproducción, intentaremos considerar la cuestión que refiere a la apropiación de un excedente producido por otro sin que medie violencia formal ni subordinación directa del desapropiado respecto al desapropiador en el proceso productivo donde ese excedente es generado
[1].
A su vez, vincular esa toma de excedente producido “por otro” como resultado de relaciones de Poder, que como sucede la más de las veces, es ejercido de manera no percibida linealmente.

2.1. Formas de apropiación del excedente económico en el capitalismo.
En la acumulación por reproducción, el excedente económico es apropiado por el sujeto capitalista, que es el que detenta el poder por su relación (de propiedad o gerenciamiento) con los medios de producción tierra y capital. Sobre la base de esta ventaja, el capitalista organiza las tareas de los trabajadores dándole a cambio un salario. Trabajo que se aplicara a la tierra (capital natural) o al capital físico construido o capital intangible (servicios). Por medio de este trabajo aplicado, se generará una mercancía que será capaz de satisfacer alguna necesidad humana.
El capitalista entonces se hará del excedente a través de un sistema de captura de la plusvalía. El trabajador a través de su acción física e intelectual crea o aumenta el valor de una determinada materia prima, o realiza alguna actividad inmaterial (servicio). Esta materia prima (transformada en un Bien por la acción del trabajador) o el servicio, salen al mercado convertidos en mercancías. Mercancías que alguien necesitará para satisfacer una necesidad y por la cuales alguien pagará. Del pago por esas mercancías creadas por el trabajador, a éste último le será dado (en forma de salario o jornal) solo una parte. La otra parte se la apropiará capitalista bajo cuya órbita se desempeñaba el trabajador. Con ella, el capitalista, luego de satisfacer sus necesidades propias, reintroducirá el sobrante con el fin de reiniciar el ciclo productivo de nuevo. Como por ejemplo comprar nueva materia prima, para fabricar nueva mercancía, para venderla nuevamente en el mercado. Así el capital se reproduce y el capitalista va acumulando a través de la repetición de los ciclos. .
Esta forma de acumulación es más evolucionada a otra forma que los marxistas denominan acumulación originaria, la que se produce por el desapoderamiento liso y llano a través de procedimientos formalmente violentos de los medios de producción como la tierra cultivable (por ejemplo en Inglaterra cuando el poder feudal despojó al campesinado de sus tierras) o recursos materiales (por ejemplo el saqueo de las riquezas metalíferas por parte de los conquistadores españoles en América). Incluso el desapoderamiento violento puede alcanzar al mismo hombre en su integridad en el caso de la esclavitud. El valor obtenido de esta apropiación forzosa será el punto de inicio que da lugar a otro tipo de acumulación, el que se da por reproducción y que conlleva mayor complejidad.

2.1.1. La acumulación por exacción financiera: por improductividad más emparentada con la originaria.
En nuestra opinión, además de los modos de acumulación descritos, existe un tercero más cuyo indicio conceptual estaría dado por Harvey, pero que requiere de una más exhaustiva caracterización e identificación precisa ya que no es excepcional, está siempre presente e invade todas las relaciones de producción, intercambio y asignación del excedente en el capitalismo actual . Este tercer modo de acumulación se corporiza en serie de instrumentos, pero donde más ramplonamente la vemos es en la operatoria de las finanzas especulativas. Finanzas especulativas que asignan recursos de manera independiente a su producción en la economía real, que es justamente donde estos recursos son generados. Pero veamos un poco que son las finanzas.
Las finanzas son aquella parte de la actividad económica que se ocupa de la impresión, obtención y gestión del dinero y de otros valores como títulos, bonos, etcétera. O sea, del manejo del dinero. A su vez los bancos son las instituciones que principalmente se ocupan de la intermediación financiera. En otras palabras, son entidades cuyo fin es arbitrar en el tiempo, la forma y el destino que se darán de los flujos de dinero. Esto se hace a través del comercio, ya que los bancos no son otra cosa que un sujeto mercantil que compra, vende y distribuye ese tipo de mercancía que es el dinero.
El dinero
[2] es una mercancía más. La diferencia está en su versatilidad, ya que el dinero es una forma de mercancía aparecida en una etapa superior de la evolución social e instituida solo y exclusivamente por sus propiedades de intercambio, de reserva y referencia de valor, prescindiendo absolutamente de las de uso. El dinero tiene valor abstracto, simbólico. El dinero es la mercancía simbólica que referencia el valor y sirve para el intercambio de mercancías reales que satisfacen necesidades humanas. No vale por su valor de uso, esto es las utilidades que podrían tener el papel de billete o el acero de la moneda[3]. El dinero es la mejor forma de separar al individuo singularmente considerado del producto de su trabajo. Con dinero se compra la mercancía. Esto es, con dinero compro la agregación del valor que hace el trabajo, que hace el trabajador. Dinero, elemento idóneo que des-subjetiva la actividad creativa y transformadora del trabajador. Actividad creativa y transformadora que es la única capaz de satisfacer las necesidades humanas. Las necesidades del hombre se cubren por medio de su trabajo Al tener el dinero tanta importancia, lo tendrán también aquellos que organizan su tenencia y manejen sus flujos. Pues quien maneje los flujos dinerarios, estarán manejando energía del trabajo que ese dinero compra. La cuestión de emisión, arbitrio y manejo del dinero es una cuestión política. De Poder.
El sistema financiero que maneja el dinero debería ser un instrumento de racionalización para dinamizar la producción y el intercambio de bienes y servicios. Es, al decir de Joseph Stiglitz, “el cerebro” de la economía que debería decidir a que actividad productiva se dirigirá ese recurso escaso que es el capital (Stiglitz, 2002). Adonde se dirigirá el dinero.
Sin embargo, en la actualidad las finanzas (como simbología abstracta que son) se desconectan con la economía real que deberían referir y representar. Los flujos de capital financiero se mueven a través de un mercado inmaterial en donde las dimensiones espaciales no son relevantes, hay gran incertidumbre respecto al futuro, la información disponible no es completa siendo a su vez susceptible de ser distorsionada a favor de sectores de interés que llegan a beneficiarse de esas distorsiones.
Entiéndase lo siguiente: los flujos de capital financiero han adquirido una lógica distinta de la economía real, esto es, del cuerpo productivo real no simbólico a la que ellas deberían representar, pero de cuya racionalidad se han apartado. Pero esto no es casual. La secesión de las finanzas simbólicas respecto a la productividad real es un efecto querido e instrumentado por el Poder concentrado que lo usa como mecanismo de captura y apropiación de excedentes que producen otros. Esto no ya a nivel de empresa, fábrica o corporación. Esto se da a escala global. Y tiene por sujetos pasivos a la gran mayoría de la población. Es una cuestión de Poder.
Es por ello que por las transacciones financieras minorías privilegiadas pueden obtener ganancias a pesar de que la producción general se registren pérdidas. Este fenómeno se explica por una forma de acumulación capitalista que va cobrando importancia en este modelo: la acumulación por exacción financiera.
La posibilidad de que unos pocos puedan obtener ganancias en el virtual mundo de las finanzas a costas de los muchos corre por cuerda separada de la productividad real. Cuando no responden a lógicas productivas (esto es enviar el capital –dinero-a una actividad fructuosa con potencialidad de satisfacer necesidades) los mecanismos financieros a veces igualmente pueden obtener lucro. Lo que reviste apariencias mágicas. ¿Cómo se ha hecho aparecer esa utilidad, donde se ha creado el excedente, si la producción no ha aumentado? ¿De dónde salió el beneficio mensurable si de hecho no se generó ninguna actividad que satisfaga necesidades humanas?
Son variadas las operaciones financieras que permiten generar ganancias a través de simples transacciones simbólicas que no satisfacen necesidades materiales de nadie. Por ejemplo el lucro puede obtenerse merced a las fluctuaciones especulativas entre intercambios de instrumentos abstractos, como el que se produce en la compraventa de divisas, o el comercio con títulos que representan deuda soberana de los Estados o privada de las empresas. También a través de préstamos a tasas de interés usurarias y variables. O en operaciones bursátiles tranzando acciones que representan una cuota ideal de una empresa, con una lógica desconectada del rendimiento económico real de la empresa de que se trate. O con manejos en mercados a futuros o derivativos, operando con expectativas interesadamente inducidas. En otros, los indicadores de la economía financiera que funcionan como referencia de valor, sobreelevan determinados bienes o activos de la economía real por los que se terminan pagando montos desproporcionadamente altos para adquirirlos.
Cuando gracias a estas fluctuaciones simbólicas y virtuales surge un actor que se apropia de un excedente que es real, el esquema semeja a una ecuación suma cero. Esto es, lo que ganan ciertos operadores por medio del arbitraje financiero-simbólico es lo que les están extrayendo a otros actores que fueron quienes produjeron esa ganancia en la economía real, pero fueron desposeidos de ellas. No se ha generado entonces nada nuevo en el arbitraje financiero. Lo único que hizo el arbitraje fue transferir lo ya existente de una mano a otra. Gracias a una compleja institucionalidad del sistema financiero, esto que algunas veces conlleva despojo, puede hacerse por mecanismo desprovistos de violencia formal. Es lo que llamaremos mecanismos de acumulación por exacción financiera.
El sistema de acumulación por exacción financiera, merced a la explosión de las finanzas a nivel global ha ocasionado que las enormes mayorías productoras del excedente sean desapoderadas de él sistemáticamente a través de una institucionalidad montada en complejas arbitraciones financieras, que son operadas por minorías que gozan del manejo de la información. Del Poder político (que nada tiene que ver con el poder político institucional formal). En síntesis, de minorías que pueden derramar su Poder sobre las mayorías recipiendarias. El arbitraje financiero que extrae el excedente requiere de una dimensión de Poder que lo haga posible. Acá no estamos hablando de un accidente o fallas del mercado (Goransky, 2004). Acá hablamos de un esquema de Poder que se ejerce reflexivamente por quienes son sus beneficiarios, y se configuran en extractores de la utilidad que produjeron otros.
El complejo financiero le permite a las minorías beneficiarias apropiarse de utilidades que ellas no produjeron. Pero esto no es automático. Para ello, las minorías deberán derramar su Poder sobre las mayorías perjudicadas en diversas modalidades. Este poder se vehiculiza (e institucionaliza) en distintas formas. Poniendo en circulación datos e información falsa, sin correlato con la economía real para generar expectativas erróneas (Ej.: Inducir una compra de divisas masiva para lograr una devaluación que licue salarios y deudas de esas minorías que estén nominadas en moneda nacional). Hegemonizar instalando pautas culturales para que las mayorías desposeídas presten consenso y observen dócilmente conductas que le son perjudiciales (Ej.: Promover el endeudamiento a tasas usurarias para solventar gastos superfluos). O directamente, vía la cooptación del Estado, imponer regulaciones de cumplimiento compulsivo que importan una captura del excedente a favor de las minorías (Ej.: La estatización de deudas privadas).
Las minorías que manipulan el sistema financiero virtual y abstracto se apropian del excedente que es producido por las mayorías en la economía real y material. Estas transferencias en favor de las minorías se operan siempre a través de la economía simbólica, virtual o financiera. El mecanismo de acumulación que realizan los beneficiarios de estas transferencias permanentes son de exacción y diferentes al sistema de acumulación originaria o por reproducción.
Así los sujetos que dominan las finanzas capturan el excedente producido por el trabajo de otros sujetos, que tienen que forzosamente realizar sus transacciones a través de un sistema financiero que se les impuso y que ellos no controlan.
Ejemplos de estas formas de obtener ganancias capturando el excedente producidos por otros podemos dar algunos. Cuando el Estado estatiza deudas contraídas por empresas privadas, transfiriendo al erario público (o sea la ciudadanía en general) obligaciones de pago que eran de sujetos privados. Sujetos privados que se habían beneficiado de los desembolsos habidos por endeudamiento, pero que luego se desembarazaron de ellos al asumirlos el Estado. Caso típico es la formación de la deuda externa de los países latinoamericanos a través de múltiples estatizaciones. Ganadores los sujetos privados de la minoría. Perdedores, todos los contribuyentes.
Otro caso estaría dado por los aportes que vía descuento obligatorio en los salarios se realiza a favor de fondos de pensiones que son gestionados por sujetos privados. El fin de estos fondos es lograr un ahorro y capitalización que garantiza la jubilación futura de los aportantes. Pero sucede que al llegar a la edad jubilatoria, se le informa al aportante que los emolumentos que les habían sido descontados periódicamente durante toda su vida se han perdido, porque fueron colocados en inversiones financieras que no dejaron réditos. Así, al sujeto aportante se le desposeyó durante años de parte de su salario un emolumento que nunca le será retribuido. La solución como siempre será que el Estado se hará cargo una vez más de la deuda, pagando finalmente las jubilaciones de los aportantes defraudados. Ganadores los fondos de pensión. Perdedores los aportantes y los contribuyentes.
Las devaluaciones inducidas a través de rumores o corridas provocadas con el objetivo de potenciar el poder de compra de la divisa extranjera que un sujeto privado posee, mientras que por otra parte se licua las deudas en la moneda nacional devaluada que ese mismo sujeto contrajo, es otro mecanismo. Ganadores los tenedores de divisas. Perdedores los asalariados que cobran en la moneda nacional que ahora se le ha restado su poder de compra vía devaluación.
Hay muchos más. Las tasas de interés incrementales usurarias que deben pagar las personas físicas que contrajeron una deuda de largo plazo es otra variante. Las bancarizaciones obligatorias que sufren los trabajadores cuando sus salarios los perciben por una cuenta del banco, cobrando el banco todo tipo de comisiones por ese servicio. Más adelante mencionaremos otras formas de acumulación por exacción financiera.
Una definición:
Acumulación por exacción financiera es el despojo que un sujeto (activo con poder) realiza por medio de maniobras de la economía simbólica, en perjuicio de otro sujeto (pasivo sin poder) capturándole el excedente que produjo este último. Los rasgos propios de la acumulación por exacción financiera la diferencian de las acumulaciones por reproducción y originaria son:
a. Que el sujeto activo no ha dirigido, participado ni gerenciado el proceso productivo donde el sujeto pasivo creo el excedente que le desapropiará.
b. Que el sujeto activo no empleó contra el sujeto pasivo medios formalmente violentos ni antijurídicos para perpetrar el desapoderamiento.

2.2. El Poder
Siguiendo los aportes de Jacob Goransky
[4] (Goransky, 2004) creemos que para abordar las cuestiones de la economía es un despropósito científico manifiesto no referir o aproximarse a la naturaleza del Poder, de quienes lo detentan y que imponiendo un complejo relacional determinado, regulan la productividad y el mercado. Por nuestra parte lo entendemos mucho mas inexcusable cuando abordamos procesos de racionalización simbólica que configuran (e imponen) un complejo durable y sistemático extractor del excedente y redistribuidor del mismo. Como lo configuran las finanzas especulativas.
La palabra Poder proviene del latín potere, que significa ser capaz. La raíz de la palabra es poti, que significa poderoso, el que tiene el Poder, el que es capaz de. Entonces, quien es poderoso, es quien tiene el Poder. Y tener Poder es tener la capacidad para hacer algo. ¿Hacer que cosa con esa capacidad? Hacer algo que le dicte su voluntad que quiera hacer. ¿Y que le dictará hacer su voluntad? Seguramente algo que le reporte bienestar para sí.
Cuando estamos en el campo de la economía (donde la constante que trasvasa todo es la escasez de los recursos) probablemente la voluntad del titular del Poder, de quien tiene la capacidad de actuar, se dirija a un recurso que también es querido, anhelado, codiciado por otro. Hay otra voluntad entonces que se dirige también al mismo recurso que fue querido por el poderoso. Aquí se plantea el conflicto de intereses. La disyuntiva será, o establecer alguna vía cooperativa para resolver la superposición de intereses entre el poderoso y quien no lo es… o de ir directamente a la pugna por el recurso. Y en caso de que se configure la vía de la pugna, quien tenga más capacidad de acción prevalecerá sobre el que tenga menos, quedándose para si con el recurso. Una voluntad (la del poderoso) derrota a la otra voluntad (la del no poderoso). La voluntad triunfante será la que cuente con más Poder para realizar su propósito volitivo.
Max Weber define; “poder se entiende, cada oportunidad o posibilidad existente en una relación social que permite a un individuo cumplir su propia voluntad”. Voluntad que puede encontrarse, según vimos, en conflicto con otras voluntades, algo cotidiano en la economía donde la esencia es la escasez de recursos.
Los medios que tiene el titular del Poder para imponer su voluntad sobre la voluntad del otro es justamente que, como es poderoso, cuenta con más capacidad de acción y puede reducir al otro a su designio. Lo que podrá realizar aplicándole violencia física, o sujetándolo a regulaciones y sistemas que lo obliguen a observar una conducta determinada, o intimidándole con infringirle un perjuicio sino hace lo que se le pide.
Pero en el parágrafo anterior estamos en un caso casi diríamos extremo. Estamos suponiendo que hay, frente a la voluntad del poderoso, otra voluntad que lo confronta. Aunque sea con menos medios y menos capacidad. Pero aún desde esa inferioridad, algo pugna, molesta, inquieta, estorba al poderoso. El “no poderoso” está intentando resistir. Por eso, para el poderoso lo mejor será que ni siquiera lo intente. El escenario más conveniente para la voluntad del poderoso es que no exista voluntad que se le oponga. Lo ideal es entonces vaciar de voluntad a quien, por perjudicado, debería erigirse en contendiente.

2.2.1. El conflicto según especialistas
Para Karl Von Clausewitz, la guerra es un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad. Cuando se quiera abatir al oponente, hay que aniquilar su capacidad de resistencia. La capacidad de resistencia del oponente se manifiesta por los medios materiales con que el oponente cuenta… y por su fuerza de voluntad. Respecto a la fuerza de voluntad, Clausewitz enseña que es difícil de mensurar, pero tendremos una idea de ella por la fortaleza del motivo que la impulsa. (Von Clausewitz, 1999).
De este modo, la guerra es un choque de dos voluntades opuestas que llegan a las hostilidades con tal de imponerse una sobre la otra. Prevalecerá aquella voluntad que reúna más medios materiales en el momento preciso del choque… además de estar mejor motivada para vencer. La voluntad más voluntariosa. De lo que se colige que quebrar la voluntad del adversario es el objetivo a alcanzar. Y si se la puede anular vaciándola de contenido, cuanto mejor.
A este punto, le acotaremos tres máximas del “Arte de la Guerra” de Sun Tzu, libro de moda de la élite del mundo de los negocios financieros:
· “El arte de la guerra se basa en el engaño.”
· “Someter al enemigo sin luchar es la suprema excelencia.”
· “La meta es tomar intacto todo cuanto hay bajo el cielo, mediante consideraciones estratégicas. Como resultado, sus tropas no se desgastarán, y las ganancias serán completas.” (Sun Tzu, 2006).
¿Adonde queremos llegar? A que nos parece ver en mucho de la estructuración de economía simbólica de las finanzas a un sofisticado medio masivo y engañoso para extraer el excedente de los muchos que lo producen, en favor de los pocos que terminarán gozando de él. Se trataría de un orden de dominación (otro más de los tantos) que imponen sujetos con el Poder para hacerlo sobre sujetos más débiles, y así servirse del producido del trabajo de estos últimos. Es más complejo, difuso, abarcativo, abstracto que otros órdenes como pueden serlo la explotación directa del trabajador a través de salarios bajos, la restricción manifiesta al acceso a determinados derechos o la directa desposesión violenta. El éxito del esquema de la extracción por medio de las finanzas es que la exacción es masiva, a gran escala, pero se da con aparente carencia de violencia y se acepta como “natural” por las mayorías sistemáticamente desposeídas, que no conforman ni catalizan voluntad de resistir.

2.2.2. Hegemonía y disciplinamiento
El vocablo "hegemonía" tiene su origen en la palabra
griega hegeisthai (liderar). Hegemonía para nuestro abordaje será la supremacía conquistada por un ente (o grupo de éstos) sobre sus semejantes. Puede aplicarse la noción de hegemonía a una nación o conjunto de naciones que imponen de manera directa o indirecta sus políticas en el concierto internacional. O también a un grupo de personas o clase que prevalece sobre las otras dentro de una sociedad dada.
Antonio Gramsci fue quien trabajo profusamente los aspectos culturales, ideológicos, institucionales y de construcción de valores que instalara y reproducirá una hegemonía dada. Junto con otros autores marxistas, Gramsci sostenía que en la organización de una sociedad hay dos estadios. Uno infraestructural que está constituido por las fuerzas y relaciones de producción que se establecen entre ellas. Priman los aspectos económicos. Sobre este plano infraestructural se construye para consolidarlo y reproducirlo una superestructura conformada por instituciones, cultura, ideologías, prejuicios, tradiciones, creencias…y sentido común entre otros aspectos. Esta construcción, consecuencia de la infraestructura es también causa de su preservación. Por ejemplo, en una infraestructura donde las relaciones de producción se constituyen con capitalistas detentando la propiedad privada y explotando el trabajo asalariado de proletarios, tendremos a una superestructura donde las instituciones y leyes protegerán la propiedad privada, la creencia de que es natural que exista propiedad individual y no colectiva, el prejuicio de imputarle vagancia a aquellos que no sean propietarios…y el sentido común que indique que cualquier intento de cambio tiene por destino el fracaso.
Cuando un grupo ganador hegemoniza a la sociedad en la que se impuso, por medio del manejo de el sistema educativo, de las instituciones, del imaginario, de los medios de comunicación masivos, “naturalizará” su dominación. Esto es, adoctrinará a la población de que ese es el mejor de los mundos posibles y que nada puede salirse fuera del sistema. Y que si se lo intenta, es perjudicial para todos. El sistema de dominación reviste apariencia de factor “natural” imposible de ser cambiado. Así, al bloque hegemónico inicial, irá sumando a tantos actores como pueda a un sistema de pensamiento y comportamiento que es funcional al dominador (aunque sea perjudicial para el dominado) con pretensión de totalización sobre la sociedad entera. El cordero convencido de la legitimidad del derecho del lobo a alimentarse con carne ovina. Así el bloque hegemónico logra encolumnar dócilmente a toda la sociedad detrás de su proyecto sin tener que utilizar medios coercitivos ni el aparato represivo del Estado. Un Estado al que cooptan también.
En lo que a formación e inculcación de creencias, ideas, preconceptos y adoctrinamiento en general, Antonio Gramsci no pudo asistir al proceso desatado por la revolución de la informática y las comunicaciones. No conoció Internet, ni los multimedios masivos, ni la poderosa industria de la televisión y el cine, ni la explosión de las telecomunicaciones como red global, ni la ingeniería de los intangibles. La globalización, que va. Nos preguntamos que hubiera pensado respecto a las potencialidades de hegemonizar a escala planetaria si hubiera vivido para verlo.
Michel Foucault entiende al Poder como acciones que interfieren en otras acciones. No es necesaria que esa interferencia se de por medios violentos. El Poder busca siempre apariencias dóciles y libertarias. Re-huye a hacer ostensible el conflicto. Evita la coerción directa. Trata de totalizar desde arriba. Busca que todas las partes amolden sus conductas por consenso a lo que él desea que se haga.
Los dispositivos del Poder no los encontramos recluidos en las instituciones de manera estática, sino que trasvasan todas las relaciones sociales. Son dinámicos, fluyen constante y difusamente invadiendo todos aspectos. Están presentes (y actúan) tanto en los sujetos dominadores como en los dominados.
Heredero de concepciones nietzscheanas, Foucault también entiende que la “verdad” (es decir, lo que las sociedades consideran como verdad) es en realidad una conquista del Poder. No está en la naturaleza de las cosas el ser “conocidas” por el hombre. El acto de desear conocer a una cosa es un acto de voluntad de Poder sobre esa cosa. Es un sujeto, que, a través del conocimiento, quiere apropiarse de la cosa para si.
Cuando el Poder triunfa, cuando conoce, hace nacer creencias que se cristalizarán como correctas para todos, ordenando la vida social hasta en los aspectos más íntimos y dando lugar a conductas dóciles, inerciales, imitativas, reflejas, impensadas por todos. Lo “natural”, lo cotidiano, no se piensa. Otros ya lo pensaron por nosotros. Acá vemos también las huellas del filósofo Martin Heidegger y su “estado de interpretado”. No somos intérpretes de este mundo. Somos los interpretados. Estamos arrojados a un mundo que nos antecede y que ya fue interpretado por otro. Un mundo que lo pensó y lo conformó otro. ¿Quién es ese otro que pensó por nosotros? Quien sino el Poder … Por eso, pensar por uno mismo es subversivo. “Desnaturaliza” el orden “natural” de las cosas dispuestas por el Poder.
Foucault entendía que el Poder, en su concepción clásica-contractual de soberanía, esto es, cosificado y catalizado en una institución (el Estado soberano), es una herramienta necesaria pero insuficiente si lo que deseaba hacerse era dominar la moderna y compleja sociedad de postrimerías del Siglo XVIII. Al Poder soberano se le escaparían múltiples aspectos enmarañados, difusos y abstractos de una vida humana que necesita también controlar. Nace así la noción del Poder disciplinario que vigila y adiestra a los sujetos desde las instituciones (la escuela, el ejército, el hospital, la iglesia, la cárcel, la familia), las creencias (morales, religiosas) y el discurso del conocimiento (las ciencias).
A esta noción se conjugan la de Poder Pastoral heredado por el Estado de los pastores cristianos. Así el Estado lo ejerce relacionándose directamente con grupos y personas de manera individual para guiarlos a la consecución, no ya del paraíso, sino de un prometido bienestar que es armónico con el modo de producción imperante. En vez de realizar esta guía los pastores cristianos, lo hará el Estado a través de sus instituciones y funcionarios como médicos, maestros, policías, jueces e incluso la familia.
Por último, la de Bio-Poder, que es la continuación del derecho a disponer de la vida o de la muerte de las personas que tenía de antiguo el Soberano. El Bio-Poder pretende convertir a la vida misma en objeto administrable por el poder. La vida puede ser estimulada para su reproducción (sistema de salud universal, estímulo de la natalidad, fomento de la inmigración, respeto a los derechos humanos) o por el contrario reprimida para su constricción (sistema de salud mercantilizado, genocidio, políticas de contraconcepción, policía represiva, pena de muerte).
Vemos entonces acá como el Poder según las nociones de Gramsci y Foucault permean hasta la médula todos los aspectos de la vida social…y de los sujetos que la componen. El Poder soberano, represivo, institucional, estático y coercitivo deviene de importancia secundaria frente al complejo hegemónico y disciplinario a través de los cuales se controla a las sociedades y se las sujeta a determinado sistema de producción y distribución del excedente.

2.2.2.1. La acumulación por exacción financiera es aceptada como natural
Existen instrumentos simbólicos que se utilizan a manera de herramientas por las minorías con Poder para producir una exacción financiera del excedente en perjuicio de las mayorías. Estos son impuestos menos por la fuerza violenta y formal que por la “naturalización” pacífica de los mismos. Las mayorías desposeídas ven en que estos instrumentos que les organizan y condicionan sus vidas es algo “natural”…cuando en realidad es producto de una imposición.
Estos instrumentos se vertebran por medio de un “discurso” financiero hegemónico. Entendemos a discurso como una forma (no la única) de describir cosas o acontecimientos (elegidos ex profeso), con voluntad de verdad y capacidad de auto legitimación. Hay un discurso de las tradiciones, otro de las costumbres, otro de las creencias, otro de las religiones. Las ciencias también son una especie dentro del género del discurso. Las ciencias sociales (economía, política, sociología), subespecies. Y todas con pretensión de verdad. El discurso financiero es impuesto/aceptado como única realidad posible para regular y dinamizar determinados aspectos de la vida económica. Este discurso tiene efecto articulador y vehiculizador de todas las demás relaciones económicas, y su dominio auto-legitimante se derrama también a otros aspectos de la vida social.
Por medio del discurso, las mayorías desposeídas son disciplinadas en la aceptación del sistema sin discutirlo, como si fuese sino el único, o al menos el mejor de los mundos posibles. La disciplina es un conjunto de conocimientos (conformados por el discurso) con capacidad de control. Cuando estamos en la Universidad estudiando una carrera (por ejemplo economía) estamos asimilando un discurso económico determinado. Seguramente el imperante de la época que nos toque. Seremos “formados” académicamente en este discurso a través de un sistema de autoridad que se nos derrama sobre nosotros constituido por el docente, la bibliografía oficial, el plan de materias, el régimen de cursado, los exámenes. Superado este complejo, obtendremos la graduación como profesional habilitado. Estamos ya disciplinados para mantener y reproducir determinado discurso. Y controlar que nadie se salga de él. Cuanto más nos formemos…más dóciles y funcionales seremos al Poder.

3. La Crisis Actual y la Exacción Financiera
La breve reseña de la crisis actual tal vez nos lleve al año 2001 con la explosión de la burbuja de internet. Los agentes dotados del Poder de manejar la información, construir preconceptos y manipular las expectativas hicieron que los sitios de Internet surjan en el imaginario como fuente de riquezas. Por lo que hacia allí se dirigieron las inversiones de capital. Ustedes imaginen, todo un sistema de evaluadoras de riesgos, consultoras, operadores de reconocida trayectoria, especialistas y académicos de prestigio, publicaciones científicas, empresas de medios masivos de comunicación indicando que es en los sitios de Internet donde debía invertirse por lo lucrativo y seguro que esto resulta…Así se genera una vía de inversión ficticia para canalizar la super liquidez que no puede orientarse a invertir en la producción de bienes que no son demandados. No hay demanda solvente agregada que pueda absorber esos bienes. Pero es necesario mantener la tasa de ganancia, así que a través de la fantasía financiera se generan nuevos receptáculos de inversión que permitan el avance del crecimiento de utilidades. Esto tenía que explotar, claro. Cuando lo hicieron el engaño de las punto.com de la burbuja de Internet, el capital se dirigió a otras variantes especulativas.
La Reserva Federal de Estados Unidos baja en dos años el precio del dinero del 6.5 % al 1 %, esto es, las tasas de interés. Por ello todas las colocaciones financieras en bancos o relacionadas, pierden rentabilidad. Es por ello que debía aparecer alguna variante nueva para poder canalizar la liquidez de manera lucrativa. Y es allí que surge el mercado inmobiliario de viviendas.
Las propiedades inmobiliarias para vivienda familiar en los Estados Unidos registraban cotizaciones elevadas fictas que no se condecían con la economía real. Y los bancos, buscando lucro, entonces se involucraron fuertemente en el negocio de las hipotecas para adquirir estas propiedades. Y empiezan a dar créditos hipotecarios masivamente a la población para comprar estas propiedades sobrevaluadas. El punto es que no escatimaban mucho en la solvencia y capacidad de repago de los tomadores del crédito. Si el tomador del crédito era solvente, la hipoteca era calificada como prime y se otorgaba. Si el tomador no era tan solvente, la hipoteca era calificada subprime y se la otorgaba igual. Se suponía que en los años venideros el valor de las viviendas aumentaría más todavía. Entonces, si el tomador del crédito hipotecario subprime no pagaba en el futuro, se le ejecutaba la casa que para esas alturas ya valdría mucho más y con ello se recuperaba (y con ganancias) lo prestado por el Banco.
Como el esquema de explosión de concesiones de créditos hipotecarios funcionaba bien, los bancos norteamericanos necesitaban fondearse a su vez para seguir concediendo más créditos. Como esta actividad de dar tanto crédito (y a su vez pedirlo para fondearse y poder dar otra vez más créditos) podía contravenir las normas internacionales de auto-regulación del sistema financiero de los acuerdos de Basilea (que exigen cierto equilibrio entre el activo y el pasivo de los bancos) los bancos norteamericanos idearon una batería de mecanismos para burlarlas.
En primer lugar crearon entidades satélites jurídicamente distintas (pero subordinadas en los hechos) que no eran ni sociedades ni bancos. Estas entidades eran trust o fondos de escaso desarrollo institucional-regulatorio. Los “conduits”.
En segundo lugar “securitizaron” (titulizaron) los créditos hipotecarios que los bancos habían otorgado. Esto es hacer “paquetes” con un número determinado de hipotecas conferidas, representarlas en un título valor y salir a vender luego este título. ¿Cómo es esto? El título prometía pagar en el futuro una cantidad de dinero superior al precio que uno lo compraba en el presente. Esto es, compro al título a diez hoy, recibo por ese mismo título quince mañana. ¿Y como se yo que ese título me va a poder pagar esos quince mañana? Porque a ese título están atadas un paquete de hipotecas. Con los que los tomadores de esas hipotecas vayan pagando por las cuotas de sus viviendas, se fondea el título y mañana puedo cobrar esos quince que el título me promete. Son los Mortgage Backed Securities. Títulos garantizados con hipotecas. Se trata de un encadenamiento abstracto y peligroso. Porque si falla un eslabón, se corta la cadena y tendremos un problema generalizado.
Así los bancos titulizaron las hipotecas y las salieron a vender al mercado. ¿Quienes les compraban esos títulos a los bancos? Sus propios “conduits” subordinados lo hacían en primera instancia. Después éstos, a su vez, salían a venderlos por el mundo. ¿Y cómo es que alguien se atrevía a comprar estos títulos dudosos? Acá entra otro factor de la simbología financiera operada por sujetos con Poder. Son las agencias calificadoras de riesgo. Estas agencias tienen que dictaminar si un activo financiero (el título) es bueno o es malo. Esto también es una imposición de Basilea. ¿Cómo burlar esto? Con más alquimia simbólica. En los paquetes de hipotecas se juntaba todo, esto es, hipotecas buenas (prime), con regulares y con malas (subprime). Así supuestamente el riesgo del titulo garantizado con hipotecas se diversificaba, y la agencia calificadora lo dictaminaba como bueno otorgándole un AAA (la mejor nota). Y el título se convertía en muy confiable.
Pues bien. Los bancos de los Estados Unidos llenaron al mundo de estos títulos. Y paso lo que pasa cuando la economía real, al fin, golpea la puerta. Quienes debían pagar las cuotas de sus hipotecas (el cimiento del sistema) no lo hicieron por su insolvencia. Cuando se les fue a ejecutar sus viviendas, estas no solo que no habían aumentado su precio (recuérdese que estos estaban “inflados”) sino que directamente habían bajado. Al rematar la vivienda, no se conseguía ni siquiera recuperar los montos prestados en crédito. Así se trastocó la base del esquema, y los títulos (Mortgage Backed Securities-MBS-) devenían en impagables y la crisis explotó.
Los MBS figuran en las tenencias de los más importantes bancos y financieras, inundando el mundo. El grado de volumen e incobrabilidad de estos títulos es aún hoy un interrogante, pero las perspectivas no son alentadoras. Los Bancos que los registran en sus balances no confían los unos en los otros. El gobierno de Estados Unidos y las principales economías europeas idean planes de rescate para palear a crisis. Todos son, dado que surgen del Estado, solventados por el fisco. Es decir, con dinero de los contribuyentes. Veamos en particular el caso de los Estados Unidos.

3.1. América al rescate del sistema financiero: un caso de acumulación por exacción financiera a gran escala.
El Estado norteamericano asiste al sector privado financiero que originó esta última crisis a través de ingentes recursos y múltiples acciones.
Tenemos por ejemplo la compra de acciones por parte del gobierno federal de firmas al borde del quebranto para salvarlas. El caso más ilustrativo es el que se realizó con las firmas de crédito hipotecario Fannie Mae y Freddie Mac. Estas firmas tuvieron un origen público Fannie fue fundada en 1938 por Roosevelt en pleno New Deal keynesiano. Freddie bastante más tarde, ya en 1970. El Estado las instauró con el fin de estimular el acceso a la vivienda a través de créditos hipotecarios, cuando los bancos eran reacios a dar esos créditos. Funcionan entonces como prestamista de última instancia del sistema hipotecario. Pero cuando se ve que el negocio marcha bien (y como siempre ocurre en el capitalismo) el Estado se retira para cederle al sector privado la dura tarea de apropiarse de las ganancias. Fannie y Freddie se “privatizaron”. Hoy son las dos mayores entidades hipotecarias del país. Ambas empresas respaldan casi la mitad de los créditos hipotecarios o prestamos especiales, reuniendo unos 6 billones (anglosajones) de dólares de hipotecas.
Pero cuando se ve que las cosas marchan mal, suena la hora de que el Estado regrese para hacerse cargo de la “natural” tarea de absorber las pérdidas. Como siempre ocurre en el capitalismo. Y así ocurrió en esta crisis con Fannie y Fredie. El gobierno de EEUU produjo la mayor intervención de la historia del sector bancario de ese país. El Estado norteamericano les ha destinado 200 mil millones de dólares para salvarlas de la quiebra.
El caso se repite con otras firmas privadas. Además el Estado norteamericano socorre también con millonarios préstamos al sistema financiero, mientras los organismos de regulación crearon varios mecanismos de asistencia para evitar las quiebras de los alquimistas de las minorías operadoras del mercado financieros. Estas intervenciones públicas estatales de salvataje al capital privado dieron lugar a que el economista Nouriel Roubini se refiera irónicamente a ellas como el nacimiento de la USSRA (United Socialist State Republic of America). Las acciones de auxilio del gobierno estadounidense conllevarían la intervención socialista estatizante más grande desde el advenimiento del comunismo en la Unión Soviética y China. Claro que se trata de socialismo particular. Beneficia a los ricos de Wall Street...y es solventado por los impuestos de los pobres
[5]. Transferencia del excedente producido por las mayorías (sin Poder) hacia las minorías (con Poder) por medio de mecanismos de exacción financiera.
Pero hay todavía más acciones de salvamento público de bancarrotas privadas.
En esta situación de crisis, las deudas garantizadas con hipotecas son denominadas “activos tóxicos” y, comprensiblemente, los títulos que las representan no los quiere nadie. Por ello, allí aparece una vez más el Estado con el “Programa Público Privado de Inversiones” para la compra de estos activos tóxicos. ¿Por qué público-privado? Porque participan los dos sectores. Pero no de manera equitativa. Como siempre ocurre en el capitalismo. De éste modo, para la compra de estos activos dudosos se constituirán fondos de inversión público-privado. Cuando se compre un activo tóxico, el 15 % lo solventará un privado y 85% lo solventará el gobierno a través de un préstamo. La devolución del préstamo del gobierno se garantiza solo con ese activo tóxico que se compró. Y la administración de estas operaciones queda a cargo de gestores privados.
El plan se nutre de la concepción de que los activos tóxicos están subvaluados porque todo el mundo está convencido de que son muy malos, y en realidad no lo son tanto. Estos activos tóxicos los tienen todos los bancos, por eso los bancos no se fían los unos de los otros entre si. Cuando se constate de que los activos tóxicos no son tan malos como se creía (gracias a este plan público privado que los movilizará) se reestablecerá la confianza entre los bancos y el problema de falta de crédito se superará.
Veamos ahora como funcionaría el programa. Si el activo tóxico se compra a 100 dólares, el agente privado que lo compre pondrá 15 dólares y el gobierno 85 dólares a través de un préstamo. El banco se lo sacó de encima. Si después de un tiempo y cuando las cosas se tranquilicen el activo sube a 150 dólares, el privado recuperará sus 15 dólares, el gobierno sus 85 dólares, y sobre los 50 dólares se le pagan los intereses al gobierno quedando el resto como ganancia del agente privado. Gran negocio para el privado.
¿Pero que tal si (como todo parece indicar) esos activos tóxicos son tan malos como se cree? Insistimos que toda la garantía de pago está dada por la venta a futuro que se haga del activo tóxico. Entonces, si después de comprarse a 100, el precio queda clavado allí, el privado y el gobierno quedan en una situación de empate respecto a lo que invirtieron al comprarlo. Pero si el activo de 100 cae luego a 50 y este es el precio que se debe vender, el privado solo perderá los 15 que puso…mientras que el gobierno perderá 35. Dicho en otras palabras, por la toma de este activo dudoso, el privado corre con un 15% del riesgo y el Estado con un 85%. Sin embargo, a pesar del menor riesgo que corre, la operatoria será conducida por agentes privados del mundo de las finanzas. Con el agravante que estos agentes son precisamente aquellos cuyos manejos dispararon la crisis. La solución se pretende entonces de la mano de los que ocasionaron el problema. Al decir de Paul Krugman, todo semeja a un programa de subsidio al sector privado para que ése minimice riesgos en la compra de activos malos. Riesgos que quedan en cabeza del Estado. Es el típico esquema de privatizar ganancias y socializar pérdidas.
El paquete de salvataje del Presidente Obama para la crisis en su país es de 800.000 millones. Si le sumamos los 380.000 millones que falta gastar del salvataje del ex presidente Bush, llegaríamos 1.180.000 millones de dólares. O, según la denominación anglosajona, 1,1 trillones
[6] de dólares. Todo solventado por el Estado. Por los contribuyentes. Por las mayorías.
¿Que significa esta cifra? Cuanto es lo que se gasta en el rescate de quienes ocasionaron tamaño desfalco?
Según una estimación del FMI para el año 2008, 1.1 trillón de dólares es el 8% de PBI norteamericano (14.264.600 millones de dólares). Para misma fuente, el PBI de Argentina para el 2008 es de 572.860 millones de dólares. Lo que equivale al 48% (cerca de la mitad) de la suma comprometida en el salvataje. La suma del rescate (1,1 trillones) equivale también a los ingresos por un año de la administración federal de los EEUU en concepto del pago del impuesto individual a las ganancias (Individual Income Taxes) que tributan los ciudadanos contribuyentes. Impuesto que representa el 45% de los ingresos del tesoro federal norteamericano.
¿Será que toda esta aventura financiera de las minorías con Poder van a desposeer a los contribuyentes norteamericanos a través de pago de impuestos que solventan los paquetes anticrisis? ¿Estos mecanismos de acumulación por exacción financiera solo capturarán el excedente producido por los trabajadores norteamericanos? Lo dudamos mucho.
La cifra del rescate es equivalente también al déficit presupuestario de los Estados Unidos contemplado para el año 2009. Estados Unidos viene con déficit en fiscal (recauda menos de lo que gasta) y de cuenta corriente (vende al mundo menos de lo que compra) desde hace tres décadas. Éstos déficit gemelos son financiados por todo el mundo
[7]. ¿Cómo ocurre esto? Vamos al dólar y su historia reciente.

3.1.2. El orden de Bretton Woods
En el año 1944 cuando se avizora claramente un final de la Segunda Guerra Mundial que será favorable a los aliados, se hace necesario definir el nuevo orden económico de la postguerra Lo que se lleva a cabo a través de los acuerdos de Bretton Woods que son las resoluciones de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, realizada en el complejo hotelero de Bretton Woods, New Hampshire, en julio de ese año.
Los Estados Unidos de América surgían como el Poder en ese entonces. Su suelo no había sido alcanzado por los estragos de la guerra por lo que su capacidad productiva estaba intacta. Es más, esta capacidad productiva estaba aún potenciada por el esfuerzo colectivo que implica una guerra. Una guerra que estimula al complejo tecnológico industrial a producir para satisfacer una demanda sin limitaciones como la configurada en una conflagración bélica.
En aquella época, las monedas fuertes eran convertibles en oro. Y los Estados Unidos atesoraban el 70% de lar reservas auríferas mundiales. Además de ser el país con el aparato productivo más poderoso, era un acreedor fuerte de las deudas contraídas por el resto de las potencias por causa de la guerra. Se proponían los EEUU desde luego a institucionalizar esa abrumadora preponderancia.
Los Estados Unidos querían proveer a la construcción de un mercado mundial donde poder colocar su producción. Los problemas de balanza de pagos de los países podrían configurar un limitante para la demanda agregada mundial que debería absorber la super-producción americana. Por lo demás, también estaba la cuestión de definirse cual sería el medio o moneda de intercambio mundial. La moneda es Poder. Y los Estados Unidos querían imponer la suya.
La disputa en Bretton Woods se centró en dos posiciones, la británica liderada por John Maynard Keynes y la norteamericana representada por Harry Dexter White. Lord Keynes propugnaba la creación de la Internacional Clearing Union, una entidad en donde todos los países tendrían abierta una cuenta de Bancors. El Bancor sería la unidad monetaria creada para el comercio internacional, medio de pago de importaciones y exportaciones. Esta cuenta en la Clearing Union debería tender a cero, como reflejo del equilibrio de la balanza de pagos de cada uno de los países. Si un país acopiaba muchos bancors en su cuenta, esto significaba que ese país estaba vendiendo más de lo que compraba al resto de los países, lo que desequilibraba el sistema. Para desalentar esto, se imponía un pago por el excedente de Bancors en la cuenta, estimulándose así que los países superavitarios inviertan en importaciones provenientes de países deficitarios, equilibrándose la balanza. A su vez, los países deficitarios si querían seguir importando a pesar de su déficit, deberían fondearse de Bancors, pagando un costo en intereses por eso, lo que resultaba un desincentivo a continuar importando.
Es diáfano ver que para un país que deseaba colocar su cuantiosa producción industrial el mercado mundial, que era un acreedor de las otras potencias y que contaba con el 70% de reservas auríferas mundiales, el sistema de equilibrio alentado por Keynes no era el objetivo buscado. Estados Unidos era ese país y su móvil no era favorecer el equilibrio, sino consolidar su hegemonía. En Bretton Woods se dirimían cuestiones de Poder. Y en esta línea Estados Unidos hizo valer el suyo.
En Bretton Woods se instaura el patrón oro dólar. Todas las monedas del mundo se referenciarán entonces en el dólar americano. Y el dólar a su vez se referencia en el oro. Estados Unidos impone de este modo su moneda como el medio de cambio del comercio internacional y de reserva de valor. Los países aceptan el sistema, ya que además de la cuestión de Poder, prefieren por otra parte tener sus reservas en dólares en una cuenta de un banco americano devengando intereses que en oro inmovilizadas sin dejar rédito alguno.
Para palear los problemas de balanza de pagos que podrían tener los países compradores de la producción norteamericana, surge el Fondo Monetario Internacional con la misión de dotarles de liquidez en caso de que por déficit no cuenten con la divisa suficiente para seguir manteniendo su nivel de compras. Para las necesidades de financiamiento de infraestructura, se crea el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento o Banco Mundial.
Esta institucionalización de Bretton Woods del Poder norteamericano es alimentada, reproducida, corroborada y sustentada en los hechos por la realidad económica del momento. Sin embargo, con el devenir de los años comienzan a registrase cambios. Ya por los años 60, Estados Unidos pasa a poseer el 22% de las reservas de oro mundiales, contra el 70% que supo tener dos décadas antes. Con lo que EEUU debe ir produciendo devaluaciones parciales de la cotización del dólar respecto a la onza de oro. Se nota además por esos años el uso que hacía los EEUU de su señoriaje de la moneda internacional de cambio y reserva (el dólar) para mantener su poder hegemónico. En este periodo el economista y asesor del presidente francés Charles De Gaulle, Jacques Rueff argüía
No es posible que los estados acreedores no terminan por darse cuenta un día, que mediante la acumulación de activos-dólar, son ellos los que pagan, al menos mientras la repatriación de las sumas colocadas en los EE.UU. no haya sido obtenida, los bienes reales adquiridos en su propio territorio por los americanos. Es, pues, a sus expensas que los EE.UU. compran fábricas, empresas, sociedades o aún financian algunos de sus gastos de ayuda o de prestigio
[8].
Hay alguna reacción de las potencias europeas que aumentaban su tendencia convertir sus reservas en dólares a oro. Esto lleva al cenit de la demostración y ejercicio del Poder que realiza los Estados Unidos. El 5 de Agosto de 1971, el presidente Richard Nixon declara inconsulta y unilateralmente la inconvertibilidad del dólar en oro. Casi una nacionalización de las reservas monetarias que las otras potencias tenían en dólares. La consecuencia es que los Estados Unidos pueden emitir dólares sin ningún anclaje en oro que lo limite. Desde hace tres décadas los Estados Unidos registran déficit fiscal y en su balanza comercial, que es cubierto y solventado por su emisión fiduciaria (sin respaldo) de dólares. Si está emisión incremental de medios de cambio simbólicos (el dólar) no encuentra su correlato y equivalencia con el incremento de la productividad real y del equilibrio comercial de los Estados Unidos… ¿Qué es entonces lo que la sustenta? Es el Poder, que otra cosa…
Hoy los Estados Unidos han cedido su primer lugar a la Unión Europea como primera economía mundial. Su riqueza ya no es comparativamente superior a la del resto del mundo sumado como supo serlo a mediados del siglo XX. Hoy oscila el 20% de la riqueza mundial. Sin embargo, su gasto militar representa el 48% del gasto global en la materia. Lo que le da una superioridad abrumadora en el uso de la violencia organizada, a la que puede recurrir (y de hecho recurre) de manera unilateral. Su cultura e idioma hegemonizan ideológicamente al resto del mundo, mucho más en tiempos de la una revolución de la información y las comunicaciones (Internet, telecomunicaciones, medios masivos de comunicación concentrados). Los centros emisores de esta revolución se encuentran en los Estados Unidos. En California tiene su asiento Apple, Silicon Valley, Hollywood y Google. En el Estado de Washington se radica Microsoft. En Georgia tiene su sede central la Cable News Network (CNN). Como también los focos académicos formadores de pensamiento encuentran locación en EEUU. La Universidad de Harvard está Massachussets, la de Yale en Connecticut y la Chicago en el estado del mismo nombre. .
Parece funcionar acá la tesis de los vasos comunicantes expuesta por Luis Dallanegra Pedraza. Los actores hegemónicos para conservar su preponderancia, tratarán de operar compensando la falta de poder en un segmento, usando el poder en otro segmento en donde tienen una situación de mayor fortaleza (Dallanegra Pedraza, 1998).
Hardt y Negri usan la alegoría de las tres capitales del Imperio: la capital económica es New York, la militar es Washington D.C y la de la información es Los Ángeles. En este temperamento, los Estados Unidos compensarían la perdida de poder económico de New York con un Washington amenazando con llevar la guerra a cualquier confín del planeta y un Los Ángeles irradiando un discurso que disciplina en el acatamiento sin cortapisas al liderazgo cultural norteamericano. Esta hipótesis que formulamos es provocativa, requiriendo de mayor profundización.
La emisión -impostura del dólar al mundo es un acto de Poder que permite a una minoría extraer por este instrumento financiero simbólico (divisa norteamericana) el excedente que produce el resto del orbe. Este acto de Poder se sustenta en una importantísima gravitación económica de los EEUU, pero también (tal vez más que lo primero) por su hegemonía cultural y supremacía militar.
Así el complejo de instrumentos extractores del excedente de las finanzas simbólicas se podría estructurarse de manera piramidal. Estando en la cúspide la emisión del dólar, los instrumentos inferiores se ordenan subordinados a los superiores. Todos extrayendo excedente en su estamento de actuación. Pero en la cima, el dólar. El dólar, emisión que no es soberana de un Estado, sino privada de la cúpula de la minoría financiera que opera la ingeniería extractiva.

El Complejo Extractivo Financiero
Fuente: Elaboración propia
3.1.2.1. De la Reserva Federal de los Estados Unidos. A imprimir dólares.
La Reserva Federal (FED) es el sistema bancario central de los Estados Unidos. Se trata de una entidad privada compuesta por doce bancos. Si bien es independiente del Gobierno, cuenta con un consejo que la supervisa cuyos miembros son designados por el Presidente de los EE.UU y confirmados por el Senado. Aún así, las decisiones de la Reserva Federal no tienen que ser aprobadas por el gobierno y en los hechos de maneja de manera muy independiente.
Una liga de doce bancos componen el sistema de la FED. Estos bancos se integran por capitales privados. Por ejemplo, en el Banco de la Reserva Federal de New York (uno de los 12) tienen participación de capital los conocidos JP Morgan, Chase Manhattan Bank, Samuel Goldman Sachs y Rockefeller Chemical Bank entre otros.
Son responsabilidades de la Reserva Federal el conducir la política monetaria de los Estados Unidos, regular sus instituciones bancarias, mantener la estabilidad del sistema financiero y proveer de servicios financieros a las instituciones de depósito, al gobierno y a instituciones oficiales extranjeras.
El sistema de la Reserva Federal desafía las concepciones asimiladas por nuestro conocimiento de las instituciones públicas clásicas. La denominada Reserva Federal no es reserva, ya que no mantiene ninguna reserva por ley. Tampoco es federal, ya que no es una institución gubernamental. Es una liga de bancos privados que no pagan impuestos, pero manejan la política monetaria de un país. Sus dueños no tienen porque ser norteamericanos, y de hecho muchos de ellos no lo son. Por lo demás, el acuñar moneda es soberanía del Congreso según lo establecido por el articulo I sección 8 de la Constitución de los Estados Unidos. Sin embargo, es la Reserva Federal la que ejerce el señoriaje de la divisa oficial de EEUU. Es la FED la que emite los dólares.
Tenemos así que el instrumento número uno para la exacción financiera del excedente producido por las mayorías (el dólar) es creado y regulado por una corporación financiera privada: La FED. Una minoría financiera gerencia el mecanismo de la emisión y flujo del dólar. Esto es algo totalmente lógico, y nada tiene de oculto ni conspirativo. Es una conclusión que surgiría natural del relato que venimos efectuando aún cuando no contáramos con el dato concreto y empírico que así lo corrobora.

4. Algunas conclusiones
Recorrimos en estas líneas el intento de conceptualizar el modo de acumulación por exacción financiera. Este modo de acumulación despoja desde lo externo a las mayorías del excedente que estas produjeron y lo transfieren a minorías de manera silente y sostenida. Para ello, el sistema de acumulación por exacción financiera precisa de un Poder que se despliegue sobre las mayorías en formas de hegemonía cultural y disciplinamiento social, junto con los dispositivos institucionales ya clásicos y coercitivos.
Deteniéndonos en la crisis actual, llegamos a la conclusión que es un macro caso de acumulación por exacción financiera en donde minorías operadoras de las variables de la economía simbólica financiera despojaran del excedente a las mayorías constituidas por:
· Los ciudadanos de los Estados Unidos que a través de sus tributos y la perdida de bienes sociales solventarán los paquetes gubernamentales de rescate al sector financiero.
· Los sectores populares del resto de los países del mundo que deberán incrementar la transferencia de excedentes a un Estados Unidos que financiará los costos de la crisis por medio de la emisión de más dólares que colocará por el resto del mundo.
Es de preverse que la pugna del concierto de los países se dirigirá a establecer si éstos van a seguir financiando a los Estados Unidos a través de la aceptación del dólar como la moneda de intercambio y de reserva mundial, o van a buscar otros mecanismos monetarios. China ya ha expuesto la cuestión abiertamente y busca celebrar acuerdos bilaterales con los países con los cuáles comercia para prescindir del dólar en los intercambios y así ir coartando la hegemonía de la moneda norteamericana. La Unión Europea ha puesto reparos a los Estados Unidos respecto a efectuar más programas de rescate estatal colosales, ya que se sabe que esto se traduce en imprimir dólares e inundar al mundo con ellos. Esto devaluará el dólar, lo que la tornará competitiva la producción norteamericana frente a otros países. Cómo también por la baja del valor de las reservas que estos otros países tienen en dólares.
La Argentina mantiene sus reservas colocadas en los Estados Unidos y en dólares. No obstante ha realizado interesantes avances con el Brasil para realizar su comercio bilateral en las monedas soberanas de ambos países.
Es de esperar que los Estados Unidos de América no resigne fácilmente la hegemonía del dólar, consecuencia y causa importante de su Poder en el mundo. Colegimos que intentarán defender la institucionalidad de Bretton Woods que consolida su preponderancia, a pesar de que hayan variado los factores que la hicieron nacer hace más de medio siglo. Tampoco podrán virar, a pesar del cambio de administración presidencial, a un lato pacifismo. El militar es el campo donde EEUU, por su predomino excluyente, tendrá que compensar la perdida de peso en otros rubros. En lo cultural su preeminencia puede verse resentida, pero un ocaso en esta área no es cosa de años sino de generaciones.
Por lo pronto nos toca a nosotros, sujetos periféricos, la tarea de ir deconstruyendo y desnaturalizando desde la intelección y la acción estos mecanismos de exacción financiera. La migración permanente del excedente producido en nuestra nación a otras latitudes (por ejemplo a través del mecanismo de exacción que configura el pago de la deuda externa ilegítima y saldada hace décadas de no haber mediado tasas de interés usurarias) trastocan toda posibilidad de erigir a nuestro país en un espacios autónomo de acumulación nacional con equidad distributiva.































5. Bibliografía.

Abadía, Leopoldo: La Crisis Ninja, Espasa-Calpe, Barcelona, 2008.
Dallanegra Pedraza, Luis: El Orden Mundial del Siglo XXI, Ediciones de la Universidad, Buenos Aires,1998.
Feinmann, José Pablo: La Filosofía y el barro de la historia. Planeta. Buenos Aires 2008
Feinmann, José Pablo: “La glocalización” en Pagina 12, Buenos Aires, Domingo 15 de Abril de 2007
Foucault, Michel: Vigilar y Castigar, Siglo XXI, Madrid, 1996.
Foucault, Michel: La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, Barcelona, 1980.
Goransky, Jacob: Dinámica y Crisis del Sistema Capitalista Mundial, El Farol, Buenos Aires, 2004.
Harvey, David: El Nuevo Imperialismo. Akal. Madrid. 2004.
Negri, A y Hardt, M: Imperio, Paidos, Barcelona, 2002.
Moral Santín, José: “Globalización y transformaciones financieras” en Zona Abierta, 2000.
Portelli, Hugues: Gramsci y el Bloque Histórico, Siglo XXI, México D.F, 2000.
Rueff, Jacques: La Época de la Inflación, Guadarrama, Madrid, 1967.
Sun Tzu: El Arte de la guerra. Editorial Taschen Benedikt, Madrid, 2006
Von Clausewitz, Karl: De la Guerra, Ediciones del Ministerio de Defensa de España, Madrid, 1999


[1] Como por ejemplo sucede al obrero (desapropiado) ante el capitalista dueño de la fábrica (desapropiador) que se adueña de la plus valor generado por el trabajo obrero en el proceso productivo fabril.
[2] Dinero. Cualquier mercancía que sea aceptada ampliamente en una sociedad como medio de pago y medida de valor de los bienes y servicios. Como medio de pago, el dinero es el objeto que se transfiere entre las partes cuando se efectúa un pago. (Sabino, 1991) Esa mercadería en el pasado lo constituía la sal o cabezas de ganado, luego los metales preciosos, para pasar a la moneda acuñada, luego el billete y actualmente lo son los impulsos electrónicos través de sistemas bancarios.
[3] Entender esto en nuestros días ya no es tan difícil dado que ahora el dinero ni siquiera consiste en papel o metal, sino que es ahora impulsos eléctricos inmateriales y abstractos en cuentas bancarias.
[4] Conferencia Internacional La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI.

[5] Ver Zaiat, Alfredo, “Nació la Ussra”, en Página 12, Sábado, 13 de Septiembre de 2008, Buenos Aires.

[6] Son 1.180.000.000.000 dólares.
[7] Hoy China por ejemplo tiene en títulos norteamericanos 800.000 millones de dólares (800 billones anglosajones). Un 60% de su déficit anual.
[8] En Goransky, Jacob: Dinámica y Crisis del Sistema Capitalista Mundial, Instituto de Estudios y Formación de la CTA, Buenos Aires, 2004.